domingo, 5 de octubre de 2014

Amas y Haenyos - Desnudas sirenas anarquistas en los mares de Oriente


Amas y Haenyos

Desnudas sirenas anarquistas en los mares de Oriente



Gabi Romano




“Agua en que mil formas me encuentras
siempre más libre que la luz del sol.”

Carmen Boullosa



Capaces de sumergirse en apnea (sin equipos especiales, o sea, a pulmón) hasta 20 metros de profundidad en busca de esponjas de mar, algas, moluscos, langostas, pulpos, y fundamentalmente ostras y perlas, estas sirenas del Pacífico bucean en aguas cuyas temperaturas rondan apenas los 15 grados durante jornadas completas. A estas mujeres, resistentes y raras como las perlas mismas que persiguen, se las conoce en Japón como “Ama” (“Umincho” en Okinawa, “Kaito” en la península de Izu), y en la matriarcal provincia de Jeju en Corea del Sur como “Haenyo” (cuyo significado literal es “mujer del mar”).  Son las sirenas de oriente, las más curiosas apneistas de la historia del buceo.








Una tradición de dos mil años


Las mujeres buceadoras son mencionadas ya en la antigua literatura oriental (1) (en Gishi-Wajin-Den, en el Kojiki, y más tardíamente en Corea desde el siglo XVII bajo el nombre de “Jam-Nyo”). Todo ello hace estimar que su existencia en oriente se remota a unos dos mil años atrás, manteniéndose esta tradición hasta nuestros días. Usualmente han realizado sus prácticas dentro de pequeños grupos cooperativos, o individualmente asociándose como colaboradoras de pesca free-time en alguna embarcación.

El primer censo que las registró de manera formal en el siglo pasado fue realizado en 1921 en Japón y dió un total de 13000 Amas (en 1960 el número de las mismas habría descendido a 6000). En Corea, hacia 1950 se contabilizaron sólo en la isla de Mara, 30000 Haenyos (los datos del año 2003 muestran asimismo un marcado descenso, con apenas 5650 mujeres buceadoras). En la actualidad existen unas 1000 mujeres dedicadas a esta actividad en Japón y otras 4500 en Corea, continuando la tendencia hacia una marcada disminución. Las pocas Amas existentes se encuentran en la zona de Ago -extremo sur del Parque Nacional de Ise Shima en la provincia de Míe en Japón- y en Corea del Sur en la antemencionada isla de Jeju. Esta legendaria práctica de flotar, nadar y bucear durante horas en las fauces del mar pronto desaparecerá, pero antes de que ello suceda trataremos de indagar un poco más de cerca sobre esta fascinante historia de poderosas y trabajadoras sirenas de carne y hueso.








Descensos y ascensos a puro pulmón


Por lo general, realizan su trabajo sin ninguna protección, frecuentemente con el torso al desnudo y vistiendo sólo una muy pequeña tanga o un short. En japón, a partir de 1955 algunas de ellas comenzaron a usar una especie de tela muy ajustada al cuerpo de color blanco (en la creencia de que los colores claros ahuyentan a los tiburones). Sólo muy recientemente algunas han empezado a incorporar trajes de neoprene, particularmente en Corea.

Las más jovencitas ocasionalmente usan unas especies de pequeñas aletas para sus inmersiones, prefiriendo casi siempre valerse de sus propios brazos entrenados desde la pubertad para esta tarea a la que se dedican de por vida. Suelen llevar un pincho o especie de espátula que les facilita despegar los moluscos de las rocas. Antiguamente utilizaban un pañuelo en su cabeza –en el que escribían oraciones- el cual cumplia con la finalidad de mantener el cabello sujeto.

Se considera que su mejor momento como buceadoras-recolectoras es alrededor de los 50 años. Hay Amas y Haenyos que bucean durante sus embarazos hasta bien entrado el tiempo gestacional. Otra curiosidad es que el oficio se ejerce saludablemente hasta casi los 70 años, de hecho, el año pasado salió un corto filmado en torno a la vida cotidiana de Chewar Park, una indómita Haenyo de 82 años de edad que sigue activa en su diaria tarea de sumergirse en las aguas marinas (2).





 

 

La transmisión de madres a hijas


Estas verdaderas sirenas de mar adentro comienzan su formación cerca de los 13 años de edad (3) –la transmisión se realiza de madres a hijas- comenzando la práctica con tres horas diarias en las que realizan inmersiones de 5 a 7 metros de profundidad durante no más de 15 minutos cada vez. El nombre de esta primera etapa es “cachido”.

La siguiente etapa (llamada “funado”) se inicia recién a los 30 años, momento en que ya están en condiciones de descender hasta los veinte metros de profundidad. Las Ama-funado se internan en el mar en embarcaciones, generalmente acompañadas por otras Amas y por un hombre a cargo del manejo del bote. Antes de saltar al mar se hiperventilan para llenar sus pulmones de aire y se zambullen nadando verticalmente, manteniendo las piernas entrelazadas a fin de poner la menor resistencia durante el ingreso al agua.

Durante el descenso utilizan bolsas con piedras que pesan entre 8-12 kilos, artificio que colabora en facilitarles la rápida bajada al fondo marino. En la cintura enlazan una cuerda que es lo que las conecta con la embarcación que las espera en la superficie. Cuando logran llenar la bolsa de recolección de moluscos, le dan dos tirones a la cuerda como señal para que la bolsa pueda ser izada. Ellas suben sin ninguna ayuda, excepto la de su propio esfuerzo. Se calcula que a lo largo de una hora de inmersión, estas mujeres-buzo pasan aproximadamente unos 30 min. en el fondo, otros 15 min. empleados en las subidas a la superficie y las bajadas, y otros 15 min. más descansando al lado de las embarcaciones. En una mañana de actividad pueden llegar a realizar unos cincuenta descensos, y otras cincuenta bajadas más por la tarde.








Resistencia, habilidad y adaptabilidad subacuática


Las Amas han sido consideradas como un muy llamativo ejemplo de resistencia física. 

Por esta misma razón, han llamado la atención de la ciencia y particularmente de la fisiología (4), siendo estudiadas con particular interés dado el desarrollo inusual de sus habilidades de poder resistir grandes presiones oceánicas, soportar el frio de las aguas en que realizan sus prácticas y, especialmente, por su notable adaptación para tolerar el dióxido de carbono en sus organismos durante tanto tiempo.

Sin embargo, pese a estas extraordinarias habilidades y resistencias corporales que les llevan a no sufrir las molestias propias del llamado “síndrome de descompresión”, muchas de ellas tienden a padecer durante la madurez de problemas relacionados a la pérdida audición, rotura de tímpanos y/o zumbidos.








Las sirenas anarquistas

Estas mujeres, legendarias amazonas del mar, demuestran que el cuerpo humano es una preciosa maquinaria capaz de afrontar desafíos impensables.

Nos recuerdan asimismo que la voluntad, el esfuerzo, el entrenamiento y la –hoy tan vilipendiada- “cultura del trabajo” permiten poder llevar adelante una dura tarea diaria en base a la cual ganarse honradamente la vida.

Las Amas y Haenyos no esperaron a que existan programas estatales de “acción positiva”. Tampoco enfrentaron los rigores de la existencia reclamando a que les lloviera un subsidio por desempleo, o un plus salarial por “trabajo en condiciones adversas”. No han tenido jamás una “asignación universal” de ninguna índole. No. Tampoco gozaron de licencias por maternidad ni nada que se le parezca (de hecho, la mayoría de ellas vuelven al mar al poco tiempo de dar a luz, llevando al bebé consigo a su trabajo, lo cual hacen dejando al recién nacido al cuidado de otras mujeres submarinistas que se rotan arriba de las embarcaciones a la espera de su turno para bajar a las profundidades).

Ellas se han mantenido a sí mismas, a sus familias y han criado a sus hijos sin ayuda de ningún programa paternalista. Han sido autónomas e independientes en el plexo de una cultura extremadamente adversa en lo que hace a las posibilidades de romper estereotipos femeninos sumisos y obedientes. Y han vivido así, dignas, con la frente bien en alto, fuertes como las rocas hacia las que se aventuran en busca de esos pequeños tesoros marinos en base a los cuales crean su economía. 

Las Amas y Haenyos han sido lo más cercano al mundo sirenaico que ha existido por fuera de las fábulas mitológicas. Han sido y son reales, sí, mujeres reales que supieron tomar el propio destino en sus manos, duramente, incansablemente. Y no hay perla más valiosa que aquella que se construye como resultado de una vida verdadera, laboriosa, en constante desafío por superarse a uno mismo, hasta que el reloj de la finitud marque su minuto final.
 



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1- En 1954, en su novela “The Sound of the Waves” (El sonido de las Olas) Yukio Mishima incluye entre sus protagonistas a Shinji Kubo, un modesto aprendiz de pescador hijo de una mujer Ama. El joven se enamorará de una jovencita llamada Hatsue, quien llega desde otra isla entrenada también para transformarse en Ama. Un hombre entre dos Amas…? Pues para quien quiera develar el misterio, deberá adentrarse en las páginas de Mishima, lo cual siempre es un gran placer desde el punto de vista literario.

2- En la actualidad, las Haenyo coreanas sí utilizan traje de neoprene, aletas, escafandra, y/o googles aunque continuan sin ayuda de ningún tipo de tanque de oxígeno ni nada similar. Esto las diferencia de sus pares japonesas que conservan más la tradición totalmente despojada. Sobre vida de Chewar Park en la isla de Jeju filmada por el director Kevin Sawicki –“Haenyo: Women of the Sea”- el trailer oficial puede verse en http://vimeo.com/79749308. También existe un documental de National Geografic en  http://www.youtube.com/watch?v=J7Kn4nYdZbQ

3- En la tradición coreana las niñas comienzan su entrenamiento bajo el agua un poco más tempranamente, a la edad de 11 años.

4- Frances M. Ashcroft en su libro “Life at the Extremes: the science of survival” ha estudiado algunos de los factores por los cuales fisicamente las mujeres resultan más adaptables para este tipo de submarinismo en apnea. También constituye un aporte objetivo valioso desde la mirada científica el trabajo de H. Rahn y  T. Yokoyama “Physiology of Breath-Hold Diving and the Ama of Japan”.



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