miércoles, 10 de octubre de 2012

El irreverente Onfray y las aplicaciones de la risa de Demócrito




El irreverente Onfray y las aplicaciones de la risa de Demócrito






Gabi Romano




“Lo mejor para el hombre
es pasar su vida de la manera
más feliz posible y la menos triste”

Demócrito de Abdera
Siglo V aC.




El 1ro. de julio de 2008 Michel Onfray, alma mater de la ya legendaria Université Populaire de Caen, ofreció una de sus invaluables charlas en Paris para la web-radio “France Culture”. Desarrollada en el Théâtre du Rond-Point, la conferencia giró en torno al espíritu que animó al propio Onfray a pensar el poder de la risa como resistencia. La figura del filósofo de Abdera da título a esta conferencia sin desperdicio: “Le rire de Démocrite – Les sentiers de la création”.


La risa como barricada frente a la multidiseminada estupidez humana, la risa como rebeldía ante la imbecilidad que parece no tener fin, la risa como ocasión para desarticular el poder tiránico de toda forma que adopte ese mismo poder cuando se autoexalta como “auténtico” guardián de la verdad y gestor de lo autorizado.
 
La risa como primer, último y gran acto de desobediencia.
En suma, cagarse de risa antes que salir a incendiar el mundo... reir como opción antipesimista contra el realismo desvitalizante que nos rodea. Morir de risa para no salir a matarnos todos contra todos.

La risa como arma contra las pulsiones de muerte, la risa como antídoto para tolerar la incultura y sus múltiples manisfestaciones cotidianas, la risa contra cualquier imposición de mitologías políticas de derecha o de izquierda, la risa porque no tiene sentido creer en nada, la risa ante el sinsentido, la risa para exorcizar el ideal ascético al que suscriben todas las infames fábricas de religiones, la risa contra cualquier forma del odio, la risa contra en “deber tener” y no menos contra el “deber ser” o el "deber pensar", la risa como disparo humorístico contra la ridiculez.

Sí, Demócrito –con y a través del propio Onfray- se rien de todo o casi todo.

Para el rebelde de Caen, Demócrito es la encarnación trágica de esa risa insurrecta que mal se lleva con cualquiera de esas entidades que –incluso hasta hoy- seguimos cabezaduramente considerando “sagradas”.

Se dice que el celebérrimo médico Hipócrates fue convocado para diagnosticar la posible locura de Demócrito a quien sus conciudadanos abderianos querían curar de su insanía reidora. La carcajadas casi continuas de Demócrito generaban inquietud y ansias de categorización dentro de la morbilidad entre las gentes que habitaban allá por el siglo V aC. aquella ciudad de la costa Tracia. Hipócrates no pudo curar de la risa a Democrito: quién puede curar un signo inequívoco de la sabiduría..?

Se dice que Demócrito, siendo aun un jovenzuelo y viviendo todavía en la casa paterna, habría comenzado su formación –mucho antes de que Leucipo lo introdujera en el mundo de la física- con algunos antiguos caldeos y magos. No sería de extrañar que su don de reir haya sido, inicialmente, un modo de alquimizar mágicamente la tragedia angustiante de ver-oír-sentir la vasta e interminable cantidad de artificios y desgracias en que apestosamente se cuece el patetismo de la condición humana. La risa como transmutación del dolor o de la impotencia. La risa como reposo transitorio ante lo irremediable.        

Reproduzco aquí abajo el link de la charla dada en París, por si disponen de un tiempo/deseo para asistir a una hora y diez minutos de maestría, y aprovechando que es del no muy profuso material oral del pensador francés que se encuentra traducido en YouTube. Sobre el final de la conferencia dice Michel Onfray:  


“Tengo una pequeña lista en caso de que quieran poner algo en práctica, les doy objetos de los que se pueden reír, esto es lo que les propongo:


Reir de dios
de los curas
del clero
de la religión
reír de las iglesias
reír de Jehová
de Jesús y de Mahoma
reír del talmud
reír de la biblia
reír del corán
reír de los budistas
reír de los hinduístas
reír del dalai lama
reír del papa
reír de los iman
reír de los monjes
reír de las monjas
de los ayatola
reír de los mollah
reír de las mujeres con velo
reír del paraíso
del infierno
y del purgatorio
reír de la muerte
reír de los tontos
reír de los brutos
reír de los incultos
reír de los periodistas
reír de los universitarios
reír de los pretenciosos
reír de los cretinos
de los imbéciles que son casi siempre los mismos
reír de los caras largas
de los aburridos
reír de los que impiden reír
reír de los padres de familia (eso los hizo reír menos)
reír de las madres de familia
de las mujeres embarazadas
reír de los políticos
de los reyes
del presidente de la república
reír de los ministros
reír del más insignificante consejero municipal
reír de los banqueros
reír de los notarios
de los agentes inmobiliarios
reír de los jugadores de golf
reír de los futbolistas
de los traders
reír de los contadores
reír de la policía
reír de los milicos
reír de los platonistas
de los filósofos idealistas
de los espiritualistas
reír de la gran risa de los anarquistas
y terminar un día por morir de risa,
                                        cierto, pero al menos, haber verdaderamente vivido.”  
 


 



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