miércoles, 29 de junio de 2011

Por qué estamos aquí? - Stephen Hawking


"Por qué estamos aquí"
Stephen Hawking




-Usted dijo que no hay razón de invocar a Dios para generar excitación o enojo. ¿Nuestra existencia se reduce a la suerte?
La ciencia predice que muchos tipos de universo se crearán espontáneamente de la nada. En cuál estamos es una cuestión de casualidad.


-Aquí estamos, pues. ¿Qué deberíamos hacer?
Deberíamos buscar el mayor valor de nuestra acción.


-Su salud le dio un susto y pasó un tiempo internado en 2009. ¿Qué teme de la muerte, si es que teme algo?
Llevo los últimos 49 años viviendo con la perspectiva de una muerte temprana. No le tengo miedo a la muerte, pero no tengo apuro en morir. Hay muchas cosas que quiero hacer antes. Considero al cerebro como una computadora que dejará de funcionar cuando sus componentes fallen. No hay un cielo u otra vida para las computadoras rotas; eso es un cuento de hadas para quienes le tienen miedo a la oscuridad.


-¿Qué cosas le parecen más bellas en la ciencia?
La ciencia es bella cuando da explicaciones simples de fenómenos o cuando establece conexiones entre observaciones. Algunos ejemplos son la doble hélice en biología y las ecuaciones fundamentales de la física.



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(De la conferencia que acaba de dar en Londres el físico Stephen Hawking: "Por qué estamos aquí")
Publicado en "Ideas" (Revista ñ) - 28-VI-2011
Nota de Ian Sample - Traducción de Cristina Sardoy



 

martes, 28 de junio de 2011

Ser la piedra... y lanzarse...





"Tenés que ser de piedra, entendés?, y lanzarte"



María Salgado
Escritora española
(Madrid, 1984)

En "31 poemas"
Puerta del Mar, CEDMA, Málaga, 2010



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Imagen: "Personaje lanzando una piedra" (1926)
                Joan Miró




Los hombres no cambian, se desenmascaran




"Los hombres no cambian, se desenmascaran."


Germaine de Stael

Escritora e intelectual francesa
conocida como Madame de Stael
(1766-1817)


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domingo, 26 de junio de 2011

Las imposiciones del poder




"El Estado narra, cuando se ejerce el poder político
se está siempre imponiendo una manera de contar la realidad".


Ricardo Piglia
En "Crítica y ficción"
Ed. Anagrama, 2001



Interesante idea la que aquí se nos presenta casi, como una bofetada de sentido ( y aclaro, ya que estamos, que no me gusta para nada de nada Piglia, pero la frase valía este post en el día de la fecha).

Quiere decir esto que es impensable una forma de Estado (y de poder) que sea veritativa, o sea, que ajuste su narrativa a lo real?
Quiere esto decir que todas las formas de Estado (represivos, democráticos, monárquicos, totalitarios, y/o etcetc.) siempre escogen selectivamente qué decir, cómo decir, cuándo decir a fin de legitimar su autoperpetuidad? No se asemeja eso más a una forma de marketing que de gobernabilidad? No vuelve esto a los votantes una especie de consumidores que "eligen" del menú de opciones interpretativas de la realidad que ofrecen las cocinas partidarias?

Elegimos realmente, o cuando votamos apenas estamos optando entre uno u otro recorte de la realidad que mejor calce con nuestra propia necesidad de "consumo" cívico? Nos hemos vuelto cada vez más consumidores irreflexivos y menos ciudadanos lúcidos?

Tenemos real capacidad cívica para debatir seria y profundamente estas implicancias de la política como máquina de producir realidades vendibles en ese producto final que es una boleta electoral?

Queremos en serio debatir honestamente sobre esta voracidad de los políticos, sobre la deshonestidad de las creencias que relatan, sobre la incoherencia entre sus imágenes, sus vidas y sus acciones, sobre el estatismo como peligrosa religión secular... o preferimos encender la TV y hundir el trasero en algún sillón a hacer zapping con el control remoto a ver si de la pantalla emana la cura para nuestro hastío?   

Finalmente, un último punto clave que se destaca en esta frase del poco recomendable Piglia: el problema de la imposición.

Pues no se trata sólo de narrativas del poder del Estado que se comportan discursivamente como si lo dicho formara parte de un  perverso juego retórico de "recorte y pegue". Se trata de dar un paso más e imponer ese recorte, hacer creer ese cuento que se cuenta sobre la realidad y que no es de ninguna manera la realidad misma. Esto sin ir más lejos todavía en el análisis y recordar que entonces muchos de los recursos de ese Estado (recursos que provienen de los aportes de todos/as los ciudadanos/as a los que se imponen pesadas cargas tributarias peores en proporción al diezmo feudal) terminarán destinados a variadas formas de propaganda -cuando no de directo robo por parte de los funcionarios corruptos- que legitimen esa interpretación de la realidad impuesta por ese gobierno. 

Supondrán los gobernantes -conocedores habilísimos de este mecanismo de selección-distorsión-imposición de la realidad- que sus gobernados son marionetas sin capacidad de razonamiento propio? No. Saben que hay quienes piensan críticamente y no comen de la porción de mierda que ellos han selecionado para alimentar las demandas de creencias de las sociedad que gobiernan. Pero saben que esos ciudadanos que no compran la fórmula del marketing político son poquitos, poquitísimos. Saben que los que impugan la religión estatista son más escasos aún. Pero mejor aún saben que cuentan con otros que dicen pensar también, pero a fuerza de sobornos (becas, publicaciones, conferencias bienpagas, subas en el escalafón académico, etc.) deciden acomodar el recorteypegue del discurso oficial y hallar caminos malabáricamente justificatorios para adherir a cierta forma de gobernabilidad injustificable. El resto, que es la mayoría, parece disfrutar de comer pescado podrido, o al menos parece no importarle nada demasiado en tanto y en cuanto puedan pagar su hipoteca o el crédito del plasma que lucen en el living de sus jaulitas de dos ambientes.... y aplauden y votan no sabiendo demasiado de la indigestión que se les viene.

Se puede "creer" que la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno. Probablemente así sea si se la compara con las dictaduras militares. Pero el cáncer populista, la demagogia contravotos, las mayorías iracundas reclamando por cada necesidad un nuevo derecho han inflado siempre el globo de gas del Estado a través de legitimos mecanismos democráticos. Y éste ha explotado en sus caras más de una vez en la historia con nefastas y trágicas consecuencias. No se trata entonces de lo imperfecta, insuficiente y descaradamente falsa en innúmeros aspectos que es la democracia sino de develar su preocupante carácter actual de ídolo intocable. Aún así, se me dirá que es preferible a una tiranía destructiva... pero no es ella misma una gran facilitadora de tiranías destructivas? 

Pienso en esta frase bajo la que surgieron estas reflexiones en voz alta.
La mastico por un rato. Me la quedo para futuras exploraciones.

Hay que olvidar al Estado.
Hay que desidolatrar la democracia.
Hay que refundar la sociedad más allá de la tácita estafa del contrato social que no he firmado jamás.
 
Luego, siento que deseo seguir siendo definitivamente una anarquista irredenta...

        



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lunes, 20 de junio de 2011

“Caperucita Roja” - O la lucidez desengañada


“Caperucita Roja”
O la lucidez desengañada




"Hemos medido el valor del mundo de acuerdo con categorías
que refieren a un mundo puramente ficticio.”
Friedrich Nietzsche
“Aurora”


“No lloréis, bichos, que hasa los astros sufren desengañados.”
Kobayashi Issa



Hay desengaño en la lucidez. Vaya si lo hay..!
Caperucita es el personaje que supo más temprana y rápidamente de este asunto de la seducción, la mentira, el engaño, los peligros de la ingenuidad.
Y del lobo, qué decir del lobo que siempre es loboferoz, así, todo junto, todo malignidad, todo embuste malicioso, todoélpendientehaciaelabismo.

Hace un tiempo, en mi mundo hogareño poblado por muchas hijas y tantísimas películas infantiles, pude ver una maravillosa versión recomendable de “Caperucita Roja”, con una abuelita que es de lo más increíble y fantástica, un leñador de diván, y un lobo que se las trae como ninguno. Una trama rica en matices, aleccionadora, contravalórica, rompedora de modelo tradicionales y mitos ingenuides. Recomiendo esta peli para cualquier edad a pesar de ser de dibujos animados (es de los mismos realizadores de Shreck). El título completo de la peli es "La verdadera historia de Caperucita Roja - Hoodwinked".


Caperucita finalmente logra alcanzar su propia lucidez.
Y ser una desobediente también (acaso se puede ser lúcida sin acceso a la desobediencia?)
Su lucidez la des-engaña. O es el desengaño lo que la vuelve lúcida, lo que la aparta de lo-que-no-es-verdad? Pero antes de llegar a responder estos asuntos hay que dejar correr algo de agua debajo del puente.


Pero ya sabemos que todo esto se trata de un cuento. Un cuento que, como todos los cuentos, nos ha sido contado para que luego, a su vez, nos lo contemos a nosotros mismos. Los cuentos son contados para después contar con ellos y que ellos nos cuenten, nos relaten en su relato.

Quién es realmente Caperucita? Es ciertamente el lobo un loboferoz?
Le creyó realmente alguna vez Caperucita al lobo? Y el lobo, realmente creyó que Caperucita le creía?
Qué mito los devora a ambos en la historia?
Vale en este “cuento” poner bajo sospecha la fuerza con que se imponen las apariencias?








1-El desengaño de la lucidez

Los cuentos son engañadores. Los cuentos cuentan cuentos.
Con un agravante: estamos rodeados de múltiples “cuentos”, todos ellos de índole diferente.

Los cuentos nos embaucan bellamente. Hasta que tiramos de una hilacha pequeña, un fin de semana cualquiera, en un momento repentino, y... zas! La tela de lo que creíamos era nuestro mundito ilusorio de verdades autoinducidas se deshace sin más, hilacha tras hilacha ante la petrificada palidez de nuestra bocabiertamalllll y nuestros sentidos congelados. Ni Cenicienta fue al baile en calabaza, ni los Tres Chanchitos sobrevivieron en la casa de ladrillos, ni la Bella Durmiente se despertó, ni el Príncipe dió ningún beso necrofílico a Blancanieves.

Si el engaño del cuento es susurrante y persuasivo, la lucidez nos desengaña brutalmente. Nunca es suave. Ni linda. Ni siquiera buena. Maldita lucidez?
La lucidez del desengaño tal vez nos vuelva más verdaderos, pero definitivamente no nos vuelve más felices (al menos en lo inmediato).
A veces adquirir lucidez simplemente sucede. No lo buscamos. Y cuando sucede se produce una caída estrepitosa de la fantasía sosegante por el tobogán implacable de lo real. Una reducción notoria del campo de lo ilusorio nos deja en tales casos -al menos transitoriamente- con los sentidos congelados. En la lucidez repentina, en ese “darnos cuenta”, un abanico de colores brillantes repentinamente se nos cierra, todo se oscurece y sin embargo vemos todo como nunca lo hemos visto. Con nuestra mejor cara de idiotas quedamos atrapados entre las varillas rotas de ese abanico multicolor sobre el que flotaban nuestros sueños.

Estar lúcido es casi como un abismo desde el que nos mira la incerteza súbita de otra lógica que no advertíamos hasta que la desalmada comprensión nos atrapara con sus tenazas desilusionadoras. Digamos que repentinamente trocamos la hiperabundancia anestésica de nuestras ficciones por la indigencia estrecha y amarga del inesperado realismo.

Cambiar blandos sueños por duras verdades es mal trueque, sin dudas. Uno muy malo.

Visto desde esta perspectiva parece comprensible y hasta razonable que no queramos así nomás soltar completamente la mano del ilusionismo que nos mantenía atados a nuestras amadas fábulas. Los humanos somos voraces bichos siempre algo hambrientos de creencias.

Todo este desbarranque de nuestras falsas solideces a cambio de... de apenas la nublada intermitencia de lo despojadamente cierto.

Frente al lobo Caperucita se da cuenta de que algo se ha roto dentro de sus antiguos ojos ciegos.








2- El espejo roto

Desengañarse es un sentimiento, o es un modo del intelecto que acompaña al acto sensible del desencantamiento emocional?

Como sea, el espejo se rompe. Está roto, sin remedio ni remedo.

Salimos al medio del bosque del desencanto y atrás va quedando -cada vez más y más y más chiquita- nuestra hasta ahora cálida y confortable casita de los dulces sueños. Atrás queda nuestra madre y sus consejos desoídos, los cuidados de la infancia, y tooooodos los cuentos que nos contaron...

Roto el espejo se rompe el espejismo. Llega el inmenso trabajo inacabable de forjarse algún sentido nuevo, algo que nos re-ligue con esta incierta y telúrica existencia sobre la que posamos nuestros titubeantes pasos cotidianos. Pero incluso con los pies lastimados sobre los pedazos del reciente espejo quebrado, no nos resulta nada simple tirar al inodoro las últimas cerillas mágicas, ni quemar las cortinas del teatro. No queremos. No podemos. No sabemos.

Persistimos entonces.

Caperucita insiste en hablar con el lobo. (Poor thing...)

Todavía queremos un acto más del ilusionista. Una tirada más del dardo diabólico de la inautenticidad (puesto que ya “sabemos” pero aún nos resistimos a sumergirnos en las consecuencias reales de aceptar plenamente ese “saber”). Queremos robarnos la moneda mágica, tragárnosla para que nadie nos la vuelva a quitar, aunque nos indigeste.

Caperucita tropieza con el lobopiedra una vez. Y otra. Y otra.

Casi podría decirse que algo de sí busca tropezar con el lobo, la piedra, el error, la seducción, la mentira.
Caperucita sabe de Freud, de la compulsión a repetir, de la terquedad neurótica y similares yerbas. Pero por más que sepa, no puede con su inclinación a repetir.








3- Cuando el lobo es mucho más que apenas un lobo


Caperucita pone su zapato en la piedra, su cara cerca del lobo.

Insistencia neurótica? Sí, desde ya. Pero hay algo más ahi. El lobo es mucho más que el lobo.

La piedralobo es la única reminiscencia que Caperucita tiene de la ingenuidad que perdió. El lobo es la prueba de que alguna vez fue ingenua y creyó. Ha perdido la ingenuidad y la creencia, y sabe perfectamente en el fondo de ella misma que esa pérdida es indefectible. Por eso se aferra al lobo, permanece cerca de él, no se marcha, lo pone a prueba incluso a sabiendas de que e-fec-ti-va-men-te-es-el-lo-bo!

El lobo es la piedra con la que Caperucita insiste en tropezarse pues él le recuerda lo que ya no tiene pero tuvo: su ingenuidad. Y él es a la vez, la causa de su lucidez adquirida. El lobo es la ingenuidad que ya no tiene y la lucidez que acaba de adquirir. El lobo es una bisagra. Un rito de pasaje entre la inocencia crédula y el saber escéptico.

La ingenuidad, como “modo del creer”, se ha perdido en medio de la bruma del bosque. Qué le queda a Caperucita del relato de su creencia? Pues el lobo.

Caperucita no tolera muy bien esa pérdida. Le duele. Al menos está claro que no acepta haber perdido la ya perdida ingenuidad de sus sueños del todo. El lobo no la seduce a repetir errores, lo que la seduce es seguir-siendo-en-reminiscencia, seguir evocando la que era, la que creía.

Caperucita desea rememorar rememorándose en lo rememorando.

Por eso es que repite, persiste en permanecer con el lobo más se la cuenta. Aún le queda la ilusión de que en la reminiscencia tal vez recupere algo de lo que ella ha sido antes, incluyendo todo lo que ha sido o pudo ser: sus errores, sus horizontes perdidos, sus cuentos de hadas incinerados, su biografía trunca, sus decisiones abandonadas, sus trayectos no tomados, sus decepciones acumuladas.

Caperucita se busca en la repetición. Busca la que ya no es. Y por esta razón se pone en peligro. Fracasa, y camina por la cornisa del riesgo inútilmente.

Los deseos de (re)ilusión tal vez sean así de inconcebiblemente poco inteligentes porque no es nada fácil tramitar emocionalmente eso de que lo real nos deja desnudos en medio de una calle desolada, recordándonos inermidades tan pasadas como reeditables. Cómo no correr hacia la huída del ensueño? Cómo no aferrarse -como Caperucita- a los destellos moribundos de la infancia perdida?









4- Dosis de mentiras para garantizar la supervivencia

La película Hoodwinked presenta magistralmente la figura de la abuela. Una abuela que hornea pastelitos pero que también practica deportes, se mueve, salta, indisciplina a Caperucita. Curiosamente es la abuela, y no la madre, quien resulta clave para arrancar a Caperucita de sus desaciertos y tonteras neuróticas, romper con las repeticiones y alejarla de las pasiones tristes. El dolor del desengaño es, con la intermediación de la abuelita, un pasaporte a la vida como aventura.

La abuela la ayuda a crecer ofreciéndole un modelo femenino que transgrede las imposiciones a fin de vivir una vida más plena y autenticamente. La abuela encarna el rechazo a todo modelo de identidad impuesto. Y con esto destraba en buena medida la opresión del “deber ser” reactivando una nueva ilusión: lo que se puede llegar a ser. Pizarnik decía “cubre la memoria de tu cara con la máscara de la que serás y asusta a la niña que fuiste”.

Pero como Caperucita aún tiene mucho que aprender, antes de hallar la salida de su espejo roto hacia la "salud", quiere repetir. Desea repetir. Y repite.

Es que duele desengañarse de ese "fabuloso" mundito en el que soñar no se distancia demasiado de la vigilia, aunque en esa borrosidad haya probables infecundidades, parálisis, e improductividades varias. Necesitamos de una abuelita persistente que nos recuerde que se nos ama sin muchas condiciones, necesitamos estúpidamente del amor, de la pasión, de una oleada bioquímica que inunde nuestro cerebro de feniletilaminas, de un tóxico natural y paradojalmente benigno, necesitamos de una alucinación que ponga en producción al deseo.

La otra opción -siempre a mano- es apelar a sacar de nuevo entrada para el espectáculo de las obediencias pre-establecidas, del fraude que desgana, buscarse una pantalla donde proyectar alguna patética parodia de la felicidad, montar una escenografía de vida parecida a los fuegos artificiales de año nuevo. Luego, nos queda un regusto a humo mezclado con hastío. Lógicamente hay muchísima gente que vive de este modo. Todos necesitan algo que los sostenga, incluso un falso sostén cuenta. Todo necesitan algo antidotal que contrarreste la angustia de nadeidad que acompaña al desencanto.

Recordemos que las mentiras y los montajes de nuestros ilusiones nos poisonean la existencia, pero también hay que reconocer que ciertas dosis -incluso bajas dosis- de verdad pueden resultar letales para ciertos espíritus no muy preparados para roer el hueso duro de "vivir en la verdad". No todos pueden lidiar con el coraje de la parrhesia.

Por eso la mentira (por más que esto duela a los defensores acérrimos del discurso sincericida) también tiene un rostro aliado con la supervivencia. Me he preguntado muchas veces: vale más, ocasionalmente, plantarse en el sincerismo destructivo que optar por la insinceridad compositiva? No tengo una respuesta cerrada al respecto. Parecería que hay que nutrir con la sucia grasa de la inautenticidad los engranajes de una vida para que esa vida persista funcionando como tal. Eso al menos piensa Nietzsche cuando sostiene que la mentira también está al servicio de la vida. Y muchas veces la ilusoria falsedad en que alguien es capaz de llenar sus días sostiene la funcionalidad de esa subjetividad. Luego el círculo se relanza. Hay que retornar a lo real para otra vez retornar a lo irreal, pasar la puerta giratoria de la autenticidad para entrar en la siguiente puerta giratoria de la próxima inautenticidad, y así, en un dibujo orbital sin centro ni diseñador. Un ciclo eternamente retornante en el que parecen ser equivalentes lo autentico y lo inauténtico, las gastadas verdades y las falsedades consensuadas. Y así seguimos, wandering.

Son las mentiras paréntesis irreales para aligerar la pesadez que tiende a filtrarse constantemente en nuestros vivires?
Prefiere Caperucita el cuento contado por el lobo, o el duro trabajo de desenmascararlo hasta dejarlo sin guarida?








5- Cuestión de complicidad

Hay Caperucitas siempre que haya lobos feroces. Y hay lobos feroces en la medida en que haya Caperucitas.

Porque -no jodamos- que en estas cuestiones del encantamiento-desencantamiento siempre hay intercambio, interacción, otros, unos, ser-en-relación. El desencantamiento trae consigo una ruptura de las asociaciones que aún mantenemos con imagos de tipo infantil. Caperucita es en relación al lobo feroz. Y es una niña.

Esto es así aunque sepamos de antemano que también en toda Caperucita hay una fiera afilando sus garras a escondidas dentro de la canastita de pasteles. O que al lobo le tiemblan las piernas y el alma producto de saberse afectado cada tanto del mal de la soledad en más de una noche fría, o temiendo como teme algún día envejecer y perder su intimidante dentadura, sus pelos, su garra conquistadora.

Sabemos que las Caperucitas pueden ser feroces.

Y que en invierno los lobos tiemblan.

Pero nada de esto quita que cada uno juegue su juego de roles pre-asignados en el tablero de lo previsto por los mitos que los trascienden.

Quiero decir con esto que no deberíamos perder de vista que en todo desengaño hay una visión conspirativa que asigna valores dentro de la interaccion entre el engañado y quien ha ofrecido el fake néctar-producto-mentira en cuya maliciosa trampa el inocente ilusionado dice haber caído. Distribuidos en la categoría de buenoyengañado/maloengañador, los papeles terminan siendo bastante rígidos en el libreto de La Comedia de las Ilusiones Perdidas. Habrá siempre quien se hace llamar a sí mismo "engañado" (víctima, seducido, encantado, desprevenido, hechizado, perjudicado) y un otro a quien se atribuirá el nombre de "engañador" (victimario, seductor, encantador, planificador, manipulador, hechicero, damnificador).


Pero me temo que a estas alturas estamos en condiciones de empezar a mirar otra cara escondida de este asunto.

Una Caperucita engañadora? Un lobo seducido?

No nos apresuremos. Salgamos primero de las dicotomías, y alejémonos también de sus posibles reversibilidades estériles.









6- Todos hemos sido el lobo. Todos hemos sido Caperucita

Milan Kundera es un atajo para recorrer las vetas de esta madera de un modo menos estático (tal vez por ello me pasé madrugadas quemándome la cabeza con ciertos tramos de “The Unbearable Lightness of Being” - La insoportable levedad del ser).

Tomas, Tereza, Sabina, Franz. Todos en la novela kunderiana transitan por esas brillantes páginas entre la pesadez de la levedad y la levedad de las pesadeces. Uno que intenta volverse múltiple por la vía de las infinitas leves infidelidades. Dos que no pueden dejar de ser solitarios unos. Tres que complican a los apenas dos. Muchos que vuelven todo a la pregunta por lo Uno. Vidas en nuance. El libro de Kundera podría haberse subtitulado "Claroscuro", tranquilamente.

Caperucitas vestidas de lobos que son lobos vestidos de caperucitas y así, en una perpetua circulación de pieles como máscaras, nunca hay definición alguna respecto si definitivamente son lobos o caperucitas.

Subjetividades sin sustancialidad en las que hallar reparo.
Engañadores engañados.
Trampas que entrampan a sus hacedores.
Hechiceros hechizados.
Infieles leales apagando sus vidas entre lealtades infieles.

Se puede tomar de un trago un delicioso falso néctar, a sabiendas de que se esta bebiendo la dulzura embriagadora de una necesaria mentira, y sin por eso luego andar denunciando a quien lleno el copón por forzarnos a hacérnoslo beber en condiciones de engaño? Podemos, sin mayores condenas, ignorar transitoriamente la inautenticidad de una interacción y atreverse a ella plenamente sin salir de ese bello laberinto de espejos lloriqueando e implorando justicia (o linchamiento) para con quien hayamos entrado a gozar en las colinas de Petřín?

Little red riding hood between mirrors.
Run, little red riding hood.
Be one, be finally you among the sleepless.


Caperucita y el lobo bien saben sobre eso de intercambiar algo más que vestuario y maquillaje, siempre y cuando ambos ignoren la moral.

Qué sucede si, desengañada la ingenuidad infantil, persistimos en la lúdica de la niñez?
Sólo jugar.

Sin dañarse. Sin perjudicarse. Sin objetivos. Sin metas. Sin proyecciones.
Decidirse a desacobardarse de la propia jaula y jugar, sólo jugar.

Un juego que consista en seleccionar nuestros instantes venideros con más cuidado, cambiar los parámetros con que medimos la felicidad, considerar más la calidad de las intensidades en las que nos involucramos, inclinarse un poco menos por las rutas sinuosas de lo vertiginoso, preservar celosamente la radiante vitalidad que nos vaya quedando según la etapa del ciclo vital que transitemos, evitar tanto cuanto podamos lo que nos consuma sin devolvernos con similar generosidad alguna otra belleza gratificante a cambio.

Podrá Caperucita jugar otro juego? Inventar otras reglas?

Podrá Caperucita patearle el trasero a la falsa invocación a “la magia”, a “lo sublime”, a “lo especial”, a "la química de la piel" y todos esas vacías frases vulgares... e invitar sencillamente al lobo a jugar el juego sólo por el juego mismo? Y el lobo cobarde, aceptará desnudarse de todo disfraz de arrogancia narcisista, desatar los tontos hilos de su máscara y seguirle el loco juego a Caperucita? Qué harían esos dos personajes si no tuvieran la presión de tener que sostener desde sus cuerpos y sus actos la pesada armadura de la escenografía moral?








7- El escollo moralista

Caperucita y el lobo es un cuento y la vez es la cristalización de un mito: el de la víctimada engañada en su inocencia, y el victimario embaucador que finalmente recibe su castigo con la muerte misma.

Por otra parte, venimos insistiendo que hay desengaño en la lucidez. No podemos ni debemos negarlo. Aceptarlo es entender que la desilusión es una ejecución semi-involuntaria de nuestros frágiles sueños.

El problema se presenta (como en toda ejecución de sueños) cuando sentimos que el mito de Caperucita y el lobo justifica una especie de "derecho" al resarcimiento contra quien ejecutó nuestros sueños. Ahí todas las víctimas autoproclamadas como tales reclaman la guillotina y que se les entregue la cabeza de quien sea designado como el lobo-victimario matador de las ilusiones decapitadas. El consenso siempre es a favor de que se aplique merecido castigo al lobo (que tiene histórica malafama de ser siempre malocruelvilodiosoinclemete desde la mirada juzgadora de los rectos hombres y mujeres de Bien).

Big, big bad wolf.

El embaucador lobo merece sufrir por haber sacado provecho de un débil... después de todo, se ha comido los sueños de la pobre Caperucita!

El desengañado siente un indiscutible dolor por el embuste que lo sedujo. Y ese dolor del desilusionado es el pathos a través del cual el resentimiento encuentra puerta de entrada en el cuerpo de la víctima. Caperucita se enferma, incluso hasta cuando ve la cabeza del lobo rodar en el supuestamente justiciero acto de guillotinamiento. Ella se enferma de enojo consigo misma (digamos que lo que hace más bien es penar por la propia estupidez de haber permitido y asentido en el engaño). Y enferma también por admitir su propia vulnerabilidad ante el poderío de aquel que pudo marcar las cartas a su casi entero favor y direccionar la jugada sin su anuencia.

Sin duda que esta vision del desengaño apesta a moral. Pero es la visión generalizada que emerge con asidua “naturalidad” cuando se analizan los casos de desengaño.

Caperucita sufre, enferma, odia, detesta. Caperucita desengañada y sedienta de venganza es una de las imágenes más acabadas del resentimiento. Ella es capaz de invertir horas en masticar por anticipado el posible sabor de su revancha, de la venganza, de la (imposible?) justicia. En esta versión moral Caperucita es la absoluta encarnación del esclavo resentido. Pero no obstante todo esto, ese es el posible y usual modo de comprender a la malaraña del destino del que se sirvió el lobo, su tela seductora, y el resbalón mortuorio de ese insecto atontado llamado “Caperucita” que a veces en determinado momento de la vida nos hemos sentimos un poco todos.

Todos tenemos un gen de little red riding hood me temo. Hombres y mujeres hemos sido alguna vez Caperucita en las garras de algún lobo/a feroz. Y también hemos sido, incluso a pesar nuestro en ciertos momentos, feroces lobos.








8- El Mitsein de Caperucita y el lobo (una interpretación inmoral)

Pero hay variaciones interpretativas para el mismo cuento.

La lucidez desengañada no es asunto de contrastes en blanco o negro. De hecho posee sus tornasoles escondidos.

Consideremos en un contexto amplio, que la muerte acecha siempre. Y el reloj de arena de cada uno siempre tiene también, finalmente, los granos contados. Life is fucking short.

Ahora sí, imaginemos a Caperucita luego del cuento.

Run, little red riding hood!!! Run, run, run..!


Digamos que Caperucita se despierta el día despues del desengaño. Pero se encuentra con que no hay salida moral para su desilusión. La jovencita no puede volverse una serpiente resentida puesto que no hay guillotinas ni guillotinadores dispuestos a cortale la cabeza al seductor lobo feroz. No habrá malditas Medeas que se cobren con sus venganzas las traiciones de los Jansones.

Sé que cuesta armar el contramito.
Pero sé también que es posible la invención de una interpretación de esta historia desde otro lugar más... a-moral. Incluso creo que es necesaria una salida más allá de la moral para el problema del desengaño. Aunque cueste, vale la pena intentar bocetar una Caperucita -Parte II- que reescriba la historia en clave inmoral.

Qué hará entonces Caperucita sin la coartada del resentimiento justiciero?
Pues resuelve andar lúcida y desengañada, pero sin rumiar dolor.

Desembarazarse de los decaimientos post/ilusión. Terminar con el sufrimiento habiéndolo vivido, pero sin atarse a esa paralizante columna de enfermedades, insomnios y alaridos de tragedia a que empuja el infernum de persistir en el resentimiento.

Salir de los salares de las lágrimas, salir a flote del propio llorar como quien vuelve a nacer de un líquido bosque oscuro.

La lucidez desengañada es una forma de presenciar y de testimoniar la muerte de algunos de nuestros sueños. El lobo puede ser un proyecto fracasado, una pareja que nos traicionó, un hijo que no sigue la recta trazada por el deseo de sus padres, un amigo que no nos tendió la mano cuando más lo necesitábamos, la deslealtad de un colega en quien confiábamos en nuestro trabajo, o sencillamente alguien que traicionó cuando le ofrecimos una pequeña parte de nuestros sueños.

Duele duelar el sueño roto. Pero duelar un sueño muerto no es aceptar la muerte de la esperanza. Siempre queda en el bolsillo agujereado en donde se nos perdió la última ilusión una ficha para apostar a la lúdica libertad de nuevos-otros juegos.


Se puede ser lúcido en medio del encantamiento? Sí, rotundamente sí.
E incluso se puede gozar profundamente en y de él.
Podemos estar lúcidos respecto de nuestras más amadas mentiras. Acariciarlas, acostarnos con ellas, perpetrar la hermosura infantil de tratar de eternizarlas, cuidarlas, protegerlas, e incluso intentar -lúcidamente- multiplicar nuevas ilusiones por ahí, ilusiones que por su parte no harán más que relanzarnos hacia otras mentiras o verdades aún inconquistadas.

Tal vez parte de la lección que deba enfrentar una Caperucita extramoral sea jugar, de ahora en adelante, menos ceñida a la moral establecida, y entender que dada la brevedad de la existencia vale la pena jugar la mayor cantidad de juegos que se presenten en el camino.

Bajo qué condiciones? Estar alerta respecto de los seductores pasadizos en que ciertos juegos han de ser jugados, sin negarlos, afirmándolos como parte de la lúdica inmanejable que emerge en ciertas atractivas interacciones. Y seguir alerta para entender exactamente que se han de jugar juegos, sólo juegos por jugar, sin dañar ni dañarse. Si el resultado de esos juegos finalmente es un “resultado” propiamente dicho, será más allá de haber pretendido establecer una meta desde el inicio mismo. Quiero decir, que si de ese juego finalmente se entreteje un proyecto, será porque el juego mismo ha ido tomando una forma, y no porque esa forma puede ser impuesta desde el inicio del juego en sí. A veces es suficientemente protectivo recordar que las laderas de los tableros en que movemos nuestras piezas se mantengan en los bordes del instante, revalorizando lo actual, olvidando planes y futuros imperfectos.


Un lobo.

Una Caperucita.

Dos que lúcidamente deciden contarse un cuento, un buen cuento, desengañados pero esperanzados al menos en las fuerzas del Mitsein (ser-con) que reactivan vivamente las fuerzas del deseo.

Caperucita ha desandado el camino de la ilusión, y le propone al lobo que deje de ser feroz y que acuerde con ella en no direccionar demasiado hacia adelante los deseos (nada sabemos del ese "adelante", por lo tanto no vale la pena preocuparse demasiado por algo tan incierto). Y le pide asimismo que intente no mirar hacia atrás (nada podemos hacer respecto de modificar fácticamente lo que es pasado). Afirmar las pisadas en el presente y elevarse mas allá, incluso por encima del instante estando plenamente en él, genialidad reservada para pocas Caperucitas rojas e igualmente pocos lobos feroces.

En suma, Caperucita crece, e invita en ese crecimiento al lobo a que cultive con ella un talento existencial que deberan aprender a sostener y alimentar: interactuar intensamente en un juego sin metas predefinidas sin perder la lucidez, pero sin negar el don de la esperanza.

Nuevos pañuelos de color saliendo de una imperfecta galera imaginaria

En medio del bosque desencantado.

Caperucita.

El lobo.

Again, wandering souls... but free wandering souls.




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sábado, 18 de junio de 2011

A un año de la partida de José Saramago



A un año de la partida de José Saramago






“Siempre acabamos llegando a donde nos esperan”

José Saramago
De “El año de la muerte de Ricardo Reis




Hace exactamente un año atrás, el 18 de junio de 2010, moría el escritor portugués José Saramago.
Nos dejaba en el recuerdo y la memoria una vida plena de lucidez, una obra literaria en completa armonía con sus ideas, con su historia, con sus principios. Nos legó un modelo: el de un parrhesiasta de la letras.

Habiendo aprendido a leer en portugués siendo yo ya una mujer bastante crecidita, me he podido dar el lujo de tener varios inolvidables paseos de novela por su obra en su lengua original. Con un estilo de escritura único, limpio, y elevadamente poético a la vez, retrató la dureza del hambre y la miseria medieval en “Memorial do Convento” (1982). También rememoro hoy los sinsabores de los trabajadores de Lavre que pinta con pulcra grandeza en “Levantado do Chao ” (publicado en 1980). Y cómo omitir en el repaso esa bella novela de amor espectral sobre el atormentado Fernando Pessoa y sus iluminadas sombras heterónimas magistralmente narrada en “O ano da morte de Ricardo Reis” (1984).


Portador tenaz de una pluma nunca indiferente a las variadas formas que adopta la mentira, Saramago denuncia la superstición y critica sin medias tintas los embustes colectivamente instalados. En esa línea, nos entregó en 1991 el polémico e imprescindible "O evanghelo segundo Jesus Cristo" (“El evangelio según Jesucristo”). Ese libro le costó una suerte de autoexilio en el que partió de su Portugal natal, país  donde el gobierno lo acusó de “ofender a los católicos”, a vivir en la isla de Lanzarote (Canarias).
Ensaio sobre a cegueira” publicado en 1995 imagina el escenario de una epidemia de ceguera blanca: los egoísmos que desata la búsqueda de la supervivencia, los temores, las responsabilidades asumidas y no asumidas, la indiferencia, todo aparece en medio de esa escenografía de contagio de cegueras. En 2004 arremete contra los límites democráticos. “Mal tiempo para votar”, nos dice con una si-no-metáfora su personaje de "Ensaio sobre a lucidez" (“Ensayo sobre la lucidez”). Y en casi nada se equivoca.

Preocupado, inquietado por asuntos filosóficos atemporales, Saramago deja las semillas de sus reflexiones personales dar fruto en la boca de sus personajes. Estos son abrumados por los límites en el uso de la libertad, practican la valentía anónima, sienten el aire fresco de la alegría o la modesta esperanza, padecen la incapacidad de “ver”, se interrogan acerca del compromiso, remueven los mantos sagrados que cubren a los dioses, exploran el cuerpo, ponen en entredicho a la muerte misma.

Matsuo Bashō (poeta japonés del siglo XVII considerado el padre de los haikus) tenía una expresión particular para denominar la fusión entre verdad, honestidad y poética: “fuga no makoto”. Saramago ha tenido el coraje de practicar esa “fuga no makoto” cabalgando como un Quijote peninsular entre las decepciones del siglo XX y las desorientaciones del siglo XXI.

Tremendo pensador Saramago.
Corroe.
Fustiga.
Aúlla.
Nunca quita sus pies ni sus manos del barro de las trincheras.
Exige del lector el -cada día más- subversivo acto de pensar más. Mejor. Aún.
Inmenso escritor Saramago.

Alterador de puntuaciones, de gramáticas pre-establecidas, omitiendo comas-puntos-espacios-comillas, creó la magia de inventar sentido en párrafos larguísimos capaces de durar toda una página. Dueño de una prosa extremadamente singular, su lectura sin respiro oxigena el don de libertad creativa del escritor sin restarle, con esta particular estilística, significado al rompecabezas que va tallando el sacudido -lógicamente sacudido- lector.

Se lo extraña a Saramago.
Se lo extraña opinando, escribiendo, pensando, debatiendo, haciendo pensar. Viviendo.

Como él mismo decía, se llega finalmente adonde se es esperado. Y siendo esto así, Saramago sigue llegando desde sus páginas repletas de verdades y/o desde imaginarias narrativas invitantes siempre a la reflexión. Y ahí mismo, entre sus palabras (donde sino..!) es donde lo seguiremos esperando y encontrando.

A un año de su muerte, recordarlo es una añoranza sólo apenas mitigable releyendo sus libros. Herencia sagrada de quien, como pocos, hizo de su vida un heroico acto de sinceridad hecha escritura.

Larga vida a Saramago.


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viernes, 17 de junio de 2011

Todo hueco es trinchera (microhistoria fotográfica del "Beso de Vancouver"



Todo hueco es trinchera
(microhistoria fotográfica del "Beso de Vancouver")





“El ruido de un beso no es tan retumbante como el de un cañón,
pero su eco dura mucho más.”

Oliver Wendell Holmes





Vancouver, Canadá.
Miércoles 15 de junio de 2011.

Era la final de la Liga Profesional de Hockey sobre hielo (NHL). Jugaban los “Canucks” de la fría Vancouver contra los “Bruins” de Boston.
Los locales perdieron 4 a 0.
En vista de los desafortunados resultados, los hinchas canadienses, enardecidos por la derrota, salieron a las calles a expandir su furia por el centro de la ciudad enloquecida. La policía, como suele hacerlo en tales casos de desmesura pasional colectiva, salió a reprimir a los hinchas iracundos. Hubo más de 100 heridos.

Scott Jones, de 29 años, en el suelo de una calle de Vancouver besa a su novia, Alexandra Thomas, una licenciada en ingeniería medioambiental. Ambos habían ido a ver la final de Hockey. Y los dos salieron lastimados atrapados en medio de los incidentes. Ella recibió un golpe de un escudo policial.

Una foto de ese instante lo muestra a él besándola amorosamente, tirados ambos en medio de la acera. Quizá la besó para consolarla, quizá para hacerle sentir que toda iba a estar bien, quizá para seguir amándola pese a toda adversa circunstancia.

Richard Lam -de la agencia Getty- fue el periodista que captó con su cámara el instante de amor en medio de la trifulca urbana. El "Beso de Vancouver" quedó, a partir de ese momento de mágica captura que sólo logra producir el buen arte fotográfico, eternizado para la posteridad.

Como dice el viejo proverbio: en el amor y la guerra, todo hueco es trinchera.


(Make love, no war dude!)




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jueves, 16 de junio de 2011

16 de junio: "Bloomsday" - Celebrando el "Ulises" de Joyce



16 de junio
"Bloomsday"
(celebrando el "Ulises" de Joyce)





"Amor entre lápidas. Romeo. Sepulcrales aderezos de placer.
En medio de la muerte estamos en la vida. Los extremos se tocan."



"Ulises" 
James Joyce
(Dublín, 2 de febrero de 1882 – Zúrich, 13 de enero de 1941)


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miércoles, 15 de junio de 2011

Choosing to die - Terry Pratchett



Choosing to Die
Terry Pratchet




"The best care on earth cannot prevent us all dying in the end."
Polly Toynbee 






Terry Pratchett is a patron of "Dignity in Dying", which campaigns for a change in the law to allow assisted dying. The organisation's chief executive, Sarah Wootton, said: "At the heart of the assisted dying debate, and Choosing to Die, is choice and protection. People suffer at the end of life, and therefore people take difficult decisions about their own deaths. As uncomfortable as it may be we need to face up to the reality of what is going on, both at home and abroad."










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martes, 14 de junio de 2011

lunes, 13 de junio de 2011

También los sueños se sobreviven - Fiodor Dostoievski




"También los sueños se sobreviven"


Fiodor Dostoievski
Escritor y novelista ruso
(1821-1881)



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Faith ans science (Fe y ciencia) - Richard Dawkins




"Faith is belief in spite of, even perhaps because of, the lack of evidence."

Richard Dawkins





 
"Fe es creer a pesar de, o incluso tal vez debido a, la falta de evidencias."

Richard Dawkins




 
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lunes, 6 de junio de 2011

Escribir es elevar el pensamiento a la altura de los pies - Jorge Curinao




“Escribir es elevar el pensamiento a la altura de los pies.”

Jorge Curinao
Poeta
(Santa Cruz, 1979)


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"Niña de papel dormida" - Lorena Ledesma Aguirre

    

"Niña de papel dormida"
(Lorena Ledesma Aguirre)



   "Como no podía escribir porque las palabras se me llenaban de ira y pronto se transformaban en abismal tristeza, quise volver a dibujar. Tomé un block de hojas blancas, un lápiz goldfaber y un borrador. Me senté bajo el sol que tras una jornada de lluvias estaba tibio, mientras el vientito frío sureste me acariciaba los pies. Pensé en un rostro bonito de mujer, tracé largos cabellos manipulados por una brisa fuerte. La vestí de blanco, la decoré con una sonrisa. Busqué magia en mi cabeza, fantasías de cuentos leídos. Quise ver magia pero no la encontré.

Recordé que una vez soñé con escribir cuentos para chicos pero desistí cuando me di cuenta que tenía la mente demasiado perversa para eso.

En mis cuentos habría demasiados monstruos, las princesas no se casarían con su amado, dejaría que los castillos fuesen tomados por asalto por los pobres para reducir las desigualdades, no daría fiestas maravillosas para no presumir, pondría a los magos al servicio del reino para ensayar un comunismo mágico y por lo tanto dejaría de existir la monarquía. Mi cuento sería un desastre total.

Borré los ojitos brillantes de mi niña de papel y le dibujé unas largas pestañas cerradas para que no despierte. No le hice fondo para que todo lo construya con la imaginación y sea feliz. Abandoné el block a un lado del sillón y me abandoné en mis propios sueños. ¿Nada me importa? Sólo quiero que me ame, quiero amarlo. Mi madre tiene razón, soy una ociosa sin ambiciones ni objetivos claros en la vida."




Publicado originalmente en "Plumas latinoamericanas"
27 de diciembre de 2010
http://plumaslatinoamericanas.blogspot.com/2010/12/nina-de-papel-dormida.html

 
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La seducción es una mentira. La mentira es una seducción - Jorge Muzam




"La seducción es una mentira.
La mentira es una seducción."



Jorge Muzam
(Escritor, novelista y pensador chileno)



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viernes, 3 de junio de 2011

Heráclito y el fuego del devenir




Heráclito y el fuego del devenir





Allá lejos, por el siglo V aC., el efeso Heráclito anunciaba con una frase aforística que haría historia, el principio del constante devenir, la ley del puro acontecer:



"ποταμοις τοις αυτοις εμβαινομεν τε και ουκ εμβαινομεν, ειμεν τε και ουκ ειμεν τε"


“En el mismo río entramos y no entramos,
pues somos y no somos los mismos”


Así quedaba enunciado, contra toda pretensión que intente universalizar el veneno de los determinismos fijos, el antídoto del devenir.

El devenir no es una elección, simplemente es lo que está siendo.  
Una suma sin resultado final de todos las sucesiones e intersecciones de aconteceres.

El devenir es la corriente continua del suceder.
Devenir que contraataca la soporífera quietud, la rigidez constipante, la estereotipia.
Devenir que distrae con sus zigzagueos la paciente telaraña que teje las patas de la rutina.
Devenir contra toda captura aplastante de lo singular.

Devenir que es alzamiento del deseo enfrentando a viva voz el silente mármol de los cementerios.

Fuego impreciso e imparable del devenir.

En qué lengua nos habla el devenir?
En cualquiera: en las de la naturaleza, en las del cuerpo, en las de la psique, en las de la política, en las del amor, en las del tiempo. El devenir sólo requiere que todo aquello en donde habla el movimiento, el cambio y la transformación, sea escuchado con oídos finos. Ponerse en medio de lo que deviene y escuchar. Escucharse.
Si el flujo de los constantes aconteceres es el instrumento del devenir, nuestra vida y todo lo que nos rodea es el vehículo que musicalmente va componiéndose a través de esa correntada perpetua.

Todo deviene.
Las cosas cambian, los seres se modifican continuamente, nada ni nadie permanece igual a sí mismo.
Y así como el río de Heráclito fluye, siendo jamás el mismo ni nosotros en él (aún cuando repitamos pasar por el mismo cauce una y otra vez) todo lo que somos y lo que nos rodea está siendo modificado constantemente. Devenir es diferencia.

Los ciclos del devenir andan por doquier.
Los árboles cambian de color, de forma, de tamaño, de textura: se llenan de verdores y frutos, luego despeinan otoñalmente sus ramas hasta desnudarlas durante el frío riguroso del invierno, y tibiamente dejan asomar sus nuevas gemas de tímido color en primavera.

Nosotros somos sitio del devenir, sitio que al mismo tiempo está “sitiado” por insondables cambios ocurriendo aquí y allá, dentro y fuera, arriba y abajo, cerca o lejos.

Somos, cada uno, escenario de múltiples devenires. 
Nuestro rostro se modifica, nuestros tejidos crecen, se desarrollan y decaen, los sentimientos cambian, las ideas se transforman, el ánimo fluctúa. Sólo basta con focalizar por un momento la atención en nuestra porosa sensibilidad -o sea, en todo aquello que captan nuestros órganos sensibles- para darnos cuenta que estamos sujetos a ser afectados por la modificabilidad que impone el devenir. Los sentidos irrumpen con impresiones y sensaciones que nos afectan continuamente, y cuando lo hacen, muchas veces logran desarreglan en un abrir y cerrar de ojos la precariedad anímica estable y pretendidamente equilibrada que creemos poseer.

Agua corriendo impetuosa, u hormonas anegándonos el cerebro.
Fuego informe que crepita en el volcán, o pasiones que súbitamente aparecen en la superficie de la piel.
Tierra que se quiebra en la sequía, o tristeza que marca la piel con las huellas del pasado.

Devenir que trae consigo una única certeza: todo es transitorio.
Es transitorio el árbol, y también el pájaro, y el nido. Y somos transitoriedad nosotros, ahí, en nuestra finita insignificancia simplemente mirando ese árbol, ese pájaro, su nido.

Todo es devenir, ir y venir, tránsito. Somos seres efímeros, como el fuego, nos recuerda Heráclito. Por eso nos encendemos, damos calor, cambiamos de forma, irradiamos luces, proyectamos sombras informes, y algún día finalmente nos apagamos. 

Maravilloso privilegio es ser parte conciente de ese alterante flujo que es la existencia.
Y quizá el corolario más desafiante de este raro privilegio que es existir concientemente, sea intentar ir siendo lo que deseemos ser junto -o pese- a todas las configuraciones transitorias que van aconteciendo a nuestro alrededor.

Ser nuestro propio Vesubio, celebrarse aconteciendo singular.
No derivar de nada ni de nadie. Inaugurarse. Auto-originarse. Engendrarse en movimiento.
En todo caso devenir honestamente nuestra propia deriva, lo más a la par que se pueda de esa lava informe que escapa de la boca del porvenir. 




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