domingo, 30 de mayo de 2010

Nadie es dueño de vivir en todas partes


Nadie es dueño de vivir en todas partes


(Para Lorena)





“Tu deber es descubrir tu mundo y después entrégate con todo tu corazón.”

Buda







"Nadie es dueño de vivir en todas partes". Frase nietzscheana que nos recuerda nuestro caracter de seres finitos, mortales, en algún sentido, demasiado breves.


Justamente se dice de esa criatura imaginaria llamada "dios" que es ubicuo, esto es, puede estar donde le plazca. Lamentablemente las religiones de control y punición utilizan la versatilidad de su principal ser imaginario para hacer sentir no sólo acompañados a sus fieles, sino también para poner el ojo panóptico controlador sobre sus actos. Dios de la paranoia que pierde el don de versatilidad geográfica para ganar control y obediencia aplicando debidamente las sanciones a quienes se desvien de sus mandatos morales.  La ubicuidad extravía su mágico sentido en pos de la ominisciencia divina buscadora y corregidora de viles pecadores.

Pero dejemos esta tensión en que la multilocación es atributo de deidades y volvamos con los pies sobre la Tierra a nuestra limitada pero mejorable condición humana.


 
"Nadie es dueño de vivir en todas partes"
Nos vamos acostumbrando a manejar en nuestro mapa cognitivo ciertas antiguas visiones  integrales acerca de la salud y el cuidado de sí. Hoy en día se tiende a incluir toda una serie de recomendaciones dietéticas de modo tal que cada quien vaya construyendo una observación detallada sobre todo lo que su organismo “internaliza”: alimentos, colesteroles ambos, bebidas, brebajes, nutrientes, etc. Tiempos de atención dietética.

Estas recomendaciones resultan fundamentales para preservar la salud física, máxime porque debemos considerar que el humano es un bicho decididamente incorporante. Alimentario, en un sentido amplísimo.

Se nos adentran las vitaminas, las sales, el oxígeno, pero también la contaminación, el ruido, las imágenes constantes, los gritos. Y también incorporamos las palabras, las caricias, los olores, las ideas. Vasto es el universo de los estímulos.  Y relativamente insignificante nuestra capacidad comprensiva acerca de cómo cada materia, cada ser, cada cuerda  intangible que suena en nuestro mundo, cada  imperceptible vibración de energía impacta en nosotros y viceversa.

Somos seres incorporantes de todas las formas de materialidad con que interactuamos.
Todo lo habiente nos afecta, y vaya si lo hace!
Animales digestivos de material palpable, energía  y estímulos… los perceptos nos rondan por doquier.


Nos dice Nietzsche en “Ecce Homo”:

“Con el problema de la alimentación se halla muy estrechamente ligado el problema del lugar y del clima. Nadie es dueño de vivir en todas partes;  y quien ha de solucionar grandes tareas que exigen toda su fuerza tiene aquí  incluso una elección muy restringida. La influencia del clima sobre el metabolismo, sobre la retardación o la aceleración de éste, llega tan lejos que un desacierto en la elección del lugar y de clima no sólo puede alejar a cualquiera de su tarea, sino llegar incluso a sustraérsela del todo: no consigue verla jamás. El vigor animal no se ha hecho nunca en  él lo bastante grande para alcanzar aquella libertad desbordante que penetra hasta lo más espiritual y en la que alguien conoce: esto sólo yo puedo hacerlo...”


El clima, las geografías, las temperaturas, al altitudes, las presiones no escapan a esta lógica de incorporación e impacto en el cuerpo animado.

Ningún escenario geográfico afecta por igual, y ese impacto diferencial conmociona de forma especial a cada quien.

Los que aman el frío dicen decaer en temporadas de verano. Los que adoran el sol, pierden vigores y ganas en invierno. Están quienes gustan del viento fuerte montañes, mientras que otros se vuelven incapaces de tolerar en la cara siquiera unas brisas. O los que son infinitamente productivos entre la niebla o la lluvia perpetua, intolerando climas cálidos y soles constantes.


Elegir dónde
Un trabajo intelectivo y sabio no menor y en absoluto simple dentro de la extensa e intensa tarea de construcción de sí mismo que debe atender cada ser.  
“Nadie es dueño de vivir en todas partes". La condición nómade (que tan acertada resulta como guía interior y como modo de compensación del deseo contra la inercia  morticia de los hábitos) se equilibra en lo que hace a la habitabilidad a través de la sedentarización temporal en un espacio dado. Se necesita habitar algún donde. Balance de la inquietud existencial con una cierta quietud de la morada? Tal vez haya algo de eso.

Nietzsche sugiere “atender” (poner suficiente atención)  en la elección de esos "donde" en los que tirar el ancla por un tiempo. Por qué poner la atención en nuestros detenimientos y elecciones geográfico-climáticas? Pues porque el clima tiene la cualidad de lentificarnos y de potenciarnos, nos arroja a emocionalidades de tono alegre o triste. Y definitivamente no da igual estar metido en unas u otras circulaciones de efecciones.

Y no se trata de un puro juego de efectos de la externalidad sobre la materialidad de nuestro cuerpo. Se trata de un subestimado impacto metabólico que nos hace sentir el entorno como muy hostil para nuestro ser, o como más hospitalario para con nuestro modo de existir.

La combinación de las variables climáticas  decodificadas por cada  terminal nerviosa de nuestro soma resultarán más, o menos adecuadas para hacernos sentir una mayor energía, o bien para experimentar un inevitable decaimiento.  Y esto es fundamental si seguimos el planteo de  Nietzsche, quien llega a considerar al “espíritu” una expresión metabólica compleja relevantísima, pero nada más.


“El tempo del metabolismo mantiene una relación precisa con la movilidad o la torpeza de los pies del espíritu; el espíritu mismo, en efecto, no es más que una especie de ese metabolismo .” 
(Ecce Homo)



Ciertos climas nos hacen decaer, casi sin remedio. Perdemos fuerza, nos sentimos abatidos, tardamos en recuperarnos para encarar cada jornada. Vivir resulta un agobio cuyo escenario de fondo resulta un abrazo chupasangre que no nos suelta. No podemos. Menguamos.  Clima de la des-potencia.

Por otro lado, ciertas combiaciones climáticas  resultan acertadas para con nuestro “modo”. Nos vuelven fecundos, nos elevan el espíritu, nos ponen en disposición de una tal jovialidad  que  sentimos que se despiertan los sentidos en una dirección más productiva y enérgica.  Simplemente, podemos. Y no sólo eso: podemos más y mejor. Nos expandimos bellamente. Clima de la potencia.

Sin idealismo ni prescripciones universales, lentamente nos damos cuenta de que vivir bien es seleccionar lo mejor para cada quien. Mejores climas geográficos, mejores climas existenciales. Y eso que resulta "mejor" debe ser unidad de medida a determinar por cada uno, a cambiar por cada uno, a elegir por cada uno. Autonomía significa en estos casos, capacidad de elegir mejoras que nos vuelvan más capaces de generar dicha.
 

“La ignorancia in physiologicis -el maldito idealismo-  es la auténtica fatalidad en mi vida, lo superfluo y estúpido en ella, algo de lo que no salió nada bueno y para lo cual no hay ninguna compensación,  ningún descuento. Por las consecuencias de este idealismo me explico yo todos los desaciertos, todas las grandes aberraciones del instinto y todas las modestias que me han apartado de la tarea de mi vida (…) ”



Desde luego que aquello “que-nos-hace-bien” termina siendo no solamente  “no todo”, sino antes bien algunas ciertas pocas cosas.  Se debe elegir.

Los climas (en todos sus formatos y variaciones) y la escogencia a que debemos someterlos, forman parte del trabajoso y continuo conocimiento de sí.
Elegir es entonces y a la vez un elegirse más elevado, es disponerse  auténticamente a cuidar del propio devenir. 

Estrategias para una buena existencia desde la que recuperar la potencia de nuestra mortal divinidad.

Arte de habitar mejor el irrepetible vivir.



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sábado, 29 de mayo de 2010

El tiempo, fatal tiranía




El tiempo, fatal tiranía 



El tiempo es un dios imaginario e irreversible, 
y en esa doble conjunción de atributos radica su fatal tiranía.


Gabi R.



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jueves, 27 de mayo de 2010

"Una carta de mujer" - Marceline Desbordes-Valmore




"Una carta de mujer"
Marceline Desbordes-Valmore

 Douai, 20 de junio de 1786 – París, 23 de julio de 1859




Te escribo, aunque ya sé que ninguna mujer
debe escribir;
lo hago, para que lejos en mi alma puedas leer
como al partir.

No he de trazar un signo que en ti mejor grabado
no exista ya.
De quien se ama, el vocablo cien veces pronunciado
nuevo será.

La dicha sea contigo; yo sólo he de esperar,
y aunque distante,
yo me siento ir a ti para ver y escuchar
tu paso errante.

¡Jamás la golondrina al cruzar el sendero
pueda apartarte!
Será mi fiel cariño que pasará ligero
para rozarte…

Tú te vas, como todo se va… Su éxodo emprenden
la luz, la flor;
el estío te sigue; las tormentas sorprenden
mi triste amor.

De esperanza y zozobra suspira mientras tanto
el que no ve…
Repartámoslo bien: a mí me queda el llanto,
a ti la fe.

Yo no quiero que sufras, que está muy arraigado
mi amor por ti.
Quien desea dolores para el ser adorado
guarda odio a sí.

¡Cuán divino es! Mas, esperad.




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Imagen:
"La última carta"
Lucía Delcompare Narváez

México, 1997
Fuente: http://luciadelcompare.artelista.com/

Fernando Pessoa: "Empiezo a conocerme. No existo...."

  
Fernando Pessoa
 "Empiezo a conocerme. No existo...."


Empiezo a conocerme. No existo.
Soy el intervalo entre lo que deseo ser y los demás me hicieron,
o la mitad de ese intervalo,  porque además hay vida…
Soy esto, en fin…
Apaga la luz, cierra la puerta y deja de hacer ruido de
zapatillas en el pasillo.
Quede solo yo en el cuarto con el gran sosiego de mí mismo.
Es un universo barato.




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miércoles, 26 de mayo de 2010

“Melusina” - Poema del escritor austríaco Hugo von Hofmannsthal

“Melusina”
Poema del escritor austríaco Hugo von Hofmannsthal



Hugo von Hofmannsthal
Escritor austríaco
(Viena, 1 de febrero de 1874 - ídem, 15 de julio de 1929)
Traducción del poema por Ana Leal

En bosque nacida,
en río casada,
así yo mi vida
la quiero,¡tan larga!

Había hoy soñado
con las hondas aguas
y yo allí en lo oscuro
dormir no lograba.

Lo que en ese estanque
por mirarse entró
prendido en mis ojos
sin sueño quedó.

Los árboles tristes
por los que brillaba
cuando la gran bola
se puso encarnada;

las pálidas niñas
que sin ruido van
ven con ojos blancos
en la oscuridad

de damas del bosque
susurrante tropa,
en el pelo suelto
coronas y hojas...

¿Coronas de oro?
¿De perlas las sartas?
Ya se me ha olvidado.
Yo no he de hallarlas.

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“Melusine”
Hugo von Hofmannsthal


Im Grünen geboren
Am Bache gefreit,
Wie ist mir das Leben
Das liebe, so weit!

Heut hab ich geträumt
Von dem Wasser tief,
Wo ich im Dunkel
Nicht schlief, nicht schlief!

Was sich im Weiher
Spiegeln ging,
In meinen wachen
Augen sich fing:

Die traurigen Bäum,
Durch die es blinkt,
Wenn der Ball, der große,
Rot-atmend sinkt,

Die blassen Mädchen,
Die lautlos gehn,
Mit weißen Augen
Ins Dunkel sehn,

Und der Waldfrauen
Flüsternd Schar,
Mit Laub und Kronen
Im offnen Haar...

Rotgoldne Kronen?
Und Perlschnüre schwer?
Ich hab es vergessen,
Ich finds nimmermehr.






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El cuerpo amado en la distancia: un affectio “sin-sentidos”



El cuerpo amado en la distancia: un affectio “sin-sentidos”





Adoptados por lo abierto, estarcidos por lo invisible,
nosotros éramos una victoria que no requería jamás fin.


René Char
De “Los primeros instantes”








-Pasionalidad a distancia, distancias en la pasión


Existe una experiencia cuyo aporte es clave para definir formas y tonalidades específicas al fresco que pinta con su color el pincel de la distancia . Se trata de practicar la incercanía de lo amado, de aquello que aún se ama y que sin embargo –por determinadas circunstancias propias de los derroteros vitales de cada ser- se desvanece  en la distancia.

Distancia de lo amado.
Distancia del amado.
Distancia en lo amado.

En este modo tan particular  que asume el alejamiento, los sentidos son forzados a privarse de la tangibilidad y estimulante cercanía  de alguien primordial para nuestros afectos. Y utilizo específicamente la expresión “afecto” (affectio) puesto que pienso en esta noción basculando entre Spinoza y Deleuze. Nos dice este último:

“Un efecto es, en primer lugar, la huella de un cuerpo sobre otro,
el estado de un cuerpo en tanto que padece la acción de otro cuerpo”


Cuando la proximidad se interrumpe y vivimos un distanciamiento físico de ese cuerpo-signo amado, la potencia propia pasa por un proceso de variación intenso.

Esta variación en la potencia que la lejanía nos hace experimentar se produce tanto porque no podemos experienciar sensaciones “en-sobre ese cuerpo” deseado (utilizo en este contexto la palabra “sensaciones” en el sentido de efectos instantáneos que produce el cuerpo amado sobre el propio), sino también porque en forma recíproca la capacidad de afectar físicamente al otro por parte de uno se encuentra  en suspenso, interrumpida.


Probablemente pocas cosas cuesten tanto (en el sentido estrictísimo del verbo “costar”: pagar un precios por ello; esforzarse; desvelarnos; causarnos dificultades; e incluso producirnos algún daño) como para salir entero de este modo “amoroso”de la distancia.

Hay quienes se desgarran de dolor, e incluso odian a quien han dicho amar.
Otros se paralizan emocionalmente  y se deprimen.
Algunos apelan a una más o menos sutil negación de los efectos  “tristes” devenidos de la ausencia.
Muchos, tienden a ubicar a aquel ser amado ahora distante en una suerte de ausencia con efectos idealizantes . El viejo atajo del idealismo por vía de la carencia.  Y ya sabemos que el idealismo aumenta en proporción directa a la distancia que nos separa del problema,  tal como decía con gran acierto  John Galsworthy.



Como sea, distanciarse entristece.
En tanto amamos somos sujetos a la circularidad de la pasión y sus padeceres: nos hallamos, nos encontramos, amamos, nos apasionamos, volamos en la potencia de la alegría, luego nos alejamos, nos volvemos tristes, la vitalidad decae,  lo que era amor se vuelve des-encuentro  descompositivo… y repetimos el circuito otra vez…


En palabras de Eugenio Trias desde su “Tratado de la pasión" (Mondadori, España, 1998):


“El sujeto se constituye a través del oscuro trabajo de la pasión que se manifiesta en repeticiones. Es lo que Freud denomina “compulsión a la repetición”, que es una instancia que procede con independencia de la conciencia, a modo de un automatismo. Por ello, la pasión es lo que el sujeto padece, es lo que actúa a favor del sujeto y también en su contra. Nos amamos y nos odiamos. Queremos y odiamos. Es decir, sus efectos dependen del interjuego del Eros y la pulsión de muerte. Al preguntarnos ¿En qué se diferencia desde el psicoanálisis, el deseo de la pasión? Podemos decir brevemente, que el deseo es la forma inmediata de manifestarse la pasión. Lo que se nos da en forma de pasión aparece en nosotros bajo el modo de deseo. Es decir, el sujeto deseante es el sujeto pasional, que no ha alcanzado su determinación plena.”







-La lejanía y los amantes estarcidos


Amar es un intenso juego de pieles, de roces, de viscosas superficies profundas. El potente  instante del aquí y ahora del que se nutre la afección erótico-amorosa es arrebatado por este modo de la distancia  imponiéndose un inexorable y completo alejamiento  táctil.

Entonces, como es posible amar en la distancia?

Dicha posibilidad amatoria supone desarrollar al menos, una ilógica tolerancia a la pérdida de experimentación del otro desde los sentidos. La distancia es aquí una rotunda intangibilidad. Definitivamente el otro no-es, fáctica y materialmente hablando.  No-está-aquí. Separarse es resignarse (al menos temporalmente) a volvernos  invisibles al otro y que el otro adquiera a su vez la consistencia inmaterial de un fantasma. A esto alude precisamente René Char en su poema: quines aman y se distancian quedan "estarcidos por lo invisible". Bellísima metáfora para capturar el "modo" en que la distancia recorta el cuerpo amado y lo baña con el esmalte invisible de una líbido "sin sentidos"... 

No nos veremos” dicen frecuentemente y con amargura los amantes distanciados.
No ver.
No verse.
Terrible prueba para estos seres tan dependientes de la óptica que somos. No poder verse resulta un inmenso desafío para nuestro psiquismo, tan entrenado como está en materia de la mirada y sus soportes.

Nuevamente volvemos a Spinoza y el impacto en el cuerpo: si toda afección está unida a una “imagen de cosa” el hecho de  no ver-no tocar-no estar condiciona y transmuta la potencia del afecto. La alegría, la tristeza, el deseo (si bien no dejan de producir afección) quedan reconfiguradas inevitablemente bajo el efecto de la lejanía.

Más aún. Si mirar, ver, percibir tienen como sustancia a la luz, no resulta nada extraño que quienes se aman y deben dejar de verse apelen a explicar su estado anímico con metáforas marcadas por la oscuridad, lo umbrío, lo apagado.

…toda distancia es una suerte de eclipse. 




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"Toda distancia es una suerte de eclipse."





"Toda distancia es una suerte de eclipse."


Gabi R.




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Image: http://i35.tinypic.com/2dvjuz5.jpg 




martes, 25 de mayo de 2010

Los modos de la distancia



Los modos de la distancia





"No pocas veces ya he dicho adiós;
conozco las horas desgarradoras de la despedida."


Friedrich Nietzsche




Distanciarse. Abrir un espacio dentro del tiempo. Incluso, retirar el cuerpo… y el espíritu.


Cuántos “modos de la distancia” existen?

Por cuántos fractales de eso llamado “distanciamiento” pasamos a lo largo de una vida?

Podemos seguir siendo los mismos –sueño de la inalterada identidad…- al sacar la cabeza por el final del túnel de cada nuevo distanciamiento? 

Qué se replica de nosotros en cada réplica de la distancia que nos acontence? Qué se pierde de nosotros en cada réplica de la distancia que nos acomete?




Nos distanciamos de tanta cosa mientras dura cada singular existir: uno debe aprender a alejarse gradualmente de la infancia y sus solicitudes (o al menos eso demanda explícitamente el mandato de la madurez…). También ha de entrenarse al alma en soportar la dureza de esas distancias tristes que a veces surgen, paradojalmente, en la mismísima cercanía.  Cercanas lejanías.

Luego está el duro oficio existencial de distanciarse de seres amados, sea porque la muerte nos los guadaña, sea porque los laberintos de las decisiones unilaterales o mutuas nos ponen ante encrucijadas en las que sólo resta el sano apartamiento físico.

Para colmo de males los humanos no estamos muy bien preparados para sobrevivir en soledad: todos necesitamos del apego a otro para la supervivencia, es el otro quien apuntala nuestros primeros devenires. Necesitamos de la cercanía de otros “animales humanos” para nutrirnos, para educarnos, para emocionarnos, para enfrentar la enfermedad, para desafiar la muerte. Lo curioso es que necesitamos casi de igual modo desapegarnos de esos mismos otros también para sobrevivir. Para experimentar la belleza (y los inciertos sinsabores) de la autonomía, para levantar saludables vuelos propios, para seguir deseando hay que adquirir un saber de la distancia. Lecciones pendulares…

Oscilamos –muchas veces a nuestro entero pesar- entre apegarnos y soltarnos, aferrarnos y dejar ir. Juegos de espejos en los que se multiplican los fractales de la cercanía tanto  como los del lejanía.  Somos el soporte de esta tensión siempre irresuelta entre el lazo que une y el corte que desanuda.

Y hay distancias salvadoras, resurrectivas, imprescindibles. 
Suceden cuando aquello de lo que nos alejamos es tóxico para nuestra vitalidad y atenta de algún modo contra ésta. Entonces la distancia se vuelve  salvífica. Mucho de eso de lo que nos alejamos irá a parar entonces a las merecidas tierras frías del olvido infinito. Y esto es así puesto que también la distancia es un elemento clave que ayuda a congelar lo que nos daña (o a quien nos daña) o a desactivar las tramas repetitivas e infames de relaciones que alimentan el dolor, el resentimiento, la enfermedad. Nuevamente la distancia nos pone en tensión entre dos polos, en este caso los de la salud y la enfermedad, e incluso los de la vida y la muerte. Distanciarse será allí entonces, el estado propio que toma el tiempo del convalescĕre.


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La patria en verso (o el verso de la patria?) - Bicentenario desde un mapa en carne viva




La patria en verso (o el verso de la patria?)



“Ninguno ama a su patria porque es grande,
 sino porque es suya.”


Séneca

 
“La libertad de mi patria, quisiera verla surgir entre alas,
no de entre charcas de sangre.”


José Marti




Bicentenario desde un mapa en carne viva


Invocar este extenso poema de Cortázar un 25 de Mayo bicentenario es casi un desafío al festejo banal, una ligera patada en el trasero a la gastronomía hipernacionalista de estos días con su menú de locro y empanadas, una desteatralización de la escarapelada escenografía  patriótica que se respira por las calles de nuestra querida Argentina.

Hay quienes han visto en este poema una crítica carta abierta durísima para con la patria misma, una descripción cruda de sus desgarraduras, un canto casi desesperado  que grita desde la tinta las contradicciones y ficciones fundacionales argentinas.

El poema pertenece a un ciclo iniciado por Cortázar en 1950 que se publica en 1955 con el llamativo y elocuente título  de “Razones de cólera”. En él, el escritor repasa nuestra conflictiva identidad de mosaico, esa misma identidad a la que el pensamiento correcto llama “pluralidad” aunque en la vida diaria y en nuestras actitudes cívicas  convivenciales  de ciudadanos poco y nada tengamos de "plurales" o tolerantes. Nos hartamos de escuchar y de hablar acerca de las bellezas variadas de nuestra geografía, climas, paisajes. Pero no aceptamos con la misma facilidad que este país ha sido armado desde un  complejísimo troquelado de etnias, razas, orígenes. El poema ciertamente me concierne, al menos en este punto tan visceral. Soy nieta de una mujer descendiente de una etnía charrúa, de un hombre que –cuando se le preguntaba por su ascendencia- se limitaba sencillamente a decir “siempre fui de acá”, y también  soy nieta de una sencilla mujer descendiente de italianos del Sur, y de un hombre hijo de Yugoslavos croatas nacidos bajo el reinado de Francisco José I.

Aindiados, criollos, europeos, blanquitos, negros, cabecitas. Sí, yo misma soy la geografía genética de este mestizaje que ha configurado al país.  Cortázar  enuncia poéticamente, no sin dureza, en que consiste esa mezcla. 
Luego, se hacen visibles las "otras mezclas". El poema lunfardea con palabras propias de las clases populares, resonancias del mundo futbolero -pasión nacional-, o del cuadrilátero de las piñas boxísticas.  Así, entre personajes, provincias y barrios, va tejiendo lúdicamente sentidos en los que se trama la marginalidad, la cotidianeidad y la intelectualidad. Un tejido simbólico en el que se gestan diversos enunciados contrapuestos que aspiran todos a enunciar "lo real", dándole vida a  una constante irresolución de las contradicciones.  Porque vivimos también metidos en un tejido de símbolos, sentidos, vocablos, íconos contrapuestos-antagónicos-agonísticos. Rompecabezas de tribus linguísticas y seres en perpetuo conflicto...

El poema se vuelve por momentos filoso, arremetiendo en una crítica severa contra el caudillismo y sus fervores nefastos, contra la demagogia y su abono al veneno del resentimiento, contra el folklorismo del poncho revoleado arriba del escenario sponsoreado por multinacionales. 

Un poema tenso, que tensa y que dispone las tensiones argentinas como si el poeta tratara de  abrir un mapa en carne viva, oler sus venas, trepar por sus latidos de sinsentidos, trazar las rutas ventosas de la sangre y su verbo arremolinado.

Cortázar intenta esta experiencia de poetizar la carne viva de la patria, y lo hace no sin gotear por momentos cierta irremediable pena por nuestras desgarraduras, cierta tristeza por nuestros imposibles puntos de encuentro, por nuestros odios (insalvables?), por ese nostálgico regusto de regodearnos en  el culto al pasado, por nuestros lamentables estancamientos  políticos  y sociales, por nuestra incapacidad para llevar a cabo un real proyecto de grandeza.



Dejo entonces que este 25 de mayo patriótico hable desde las letras poéticopolémicas de Don Julio…




Poema “La patria”
Julio Cortázar



Esta tierra sobre los ojos,
este paño pegajoso, negro de estrellas impasibles,
esta noche continua, esta distancia.
Te quiero, país tirado más abajo del mar, pez panza arriba,
pobre sombra de país, lleno de vientos,
de monumentos y espamentos,
de orgullo sin objeto, sujeto para asaltos,
escupido curdela inofensivo puteando y sacudiendo banderitas,
repartiendo escarapelas en la lluvia, salpicando
de babas y estupor canchas de fútbol y ringsides.

Pobres negros.

Te estás quemando a fuego lento, y dónde el fuego,
dónde el que come los asados y te tira los huesos.
Malandras, cajetillas, señores y cafishos,
diputados, tilingas de apellido compuesto,
gordas tejiendo en los zaguanes, maestras normales, curas, escribanos,
centroforwards, livianos, Fangio solo, tenientes primeros,
coroneles, generales, marinos, sanidad, carnavales, obispos,
bagualas, chamamés, malambos, mambos, tangos,
secretarías, subsecretarías, jefes, contrajefes, truco,
contraflor al resto. Y qué carajo,
si la casita era su sueño, si lo mataron en
pelea, si usted lo ve, lo prueba y se lo lleva.

Liquidación forzosa, se remata hasta lo último.

Te quiero, país tirado a la vereda, caja de fósforos vacía,
te quiero, tacho de basura que se llevan sobre una cureña
envuelto en la bandera que nos legó Belgrano,
mientras las viejas lloran en el velorio, y anda el mate
con su verde consuelo, lotería del pobre,
y en cada piso hay alguien que nació haciendo discursos
para algún otro que nació para escucharlos y pelarse las manos.
Pobres negros que juntan las ganas de ser blancos,
pobres blancos que viven un carnaval de negros,
qué quiniela, hermanito, en Boedo, en la Boca,
en Palermo y Barracas, en los puentes, afuera,
en los ranchos que paran la mugre de la pampa,
en las casas blanqueadas del silencio del norte,
en las chapas de zinc donde el frío se frota,
en la Plaza de Mayo donde ronda la muerte trajeada de Mentira.
Te quiero, país desnudo que sueña con un smoking,
vicecampeón del mundo en cualquier cosa, en lo que salga,
tercera posición, energía nuclear, justicialismo, vacas,
tango, coraje, puños, viveza y elegancia.
Tan triste en lo más hondo del grito, tan golpeado
en lo mejor de la garufa, tan garifo a la hora de la autopsia.
Pero te quiero, país de barro, y otros te quieren, y algo
saldrá de este sentir. Hoy es distancia, fuga,
no te metás, qué vachaché, dale que va, paciencia.
La tierra entre los dedos, la basura en los ojos,
ser argentino es estar triste,
ser argentino es estar lejos.
Y no decir: mañana,
porque ya basta con ser flojo ahora.
Tapándome la cara
(el poncho te lo dejo, folklorista infeliz)
me acuerdo de una estrella en pleno campo,
me acuerdo de un amanecer de puna,
de Tilcara de tarde, de Paraná fragante,
de Tupungato arisca, de un vuelo de flamencos
quemando un horizonte de bañados.
Te quiero, país, pañuelo sucio, con tus calles
cubiertas de carteles peronistas, te quiero
sin esperanza y sin perdón, sin vuelta y sin derecho,
nada más que de lejos y amargado y de noche.



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La cúpula de la iglesia católica articuló acciones contra el Mayo argentino


La cúpula de la iglesia católica 
articuló acciones contra el Mayo argentino



Por Renzo Righelato

Desde las organizaciones que bregamos por un país laico, recordamos que los tres obispos de la Iglesia Católica Apostólica Romana del Virreinato del Río de la Plata se opusieron al proceso de formación nacional iniciado en mayo de 1810. Además insistimos en que la falacia discursiva del apoyo clerical a la liberación americana, es producto de historiadores que representaron a las clases dominantes, quienes desvirtuaron los hechos y prestigiaron a una institución para continuar la explotación de nuestros pueblos.

Más allá de los obstáculos que pusieron los nobles y la Iglesia a la difusión de ideas liberales, en el Virreinato del Río de la Plata se comenzó a forjar un pensamiento crítico al orden establecido que legitimaba el gobierno monárquico católico español, íntimamente relacionado con el clero.

Producto de la invasión francesa a España, de intereses económicos y las premisas forjados en el continente por las revoluciones burguesas, en mayo de 1810 se desencadenaron una serie de acontecimientos que generaron una sublevación que constituyó  en Buenos Aires la Primera Junta. Ese movimiento, culminó con la independencia de Argentina de la Corona española, proceso rechazado por la cúpula de la Iglesia Católica.    

Los obispos de las diócesis de Buenos Aires, Córdoba y Salta, se opusieron discursivamente y pragmáticamente a la emancipación de las Provincias Unidas del Río de la Plata. A esa actitud, se sumó la postura del Papa León XII quien emitió una encíclica donde exhortó a los jerarcas católicos de América para “que se dediquen a esclarecer ante sus greyes las augustas y distinguidas cualidades que caracterizaban a ese muy amado hijo, Fernando,  rey católico de España,  cuya sublime y sólida virtud le hacía anteponer al esplendor de su grandeza el lustre de la religión y felicidad de sus súbditos”.


-La postura de la Iglesia ante la emancipación criolla


El 22 de mayo, el obispo de la diócesis de Buenos Aires, Benito Lué, afirmó: “Aún cuando no quedase parte alguna de la España que no estuviese subyugada, los españoles que se encuentren en las Américas deberían tomar y asumir el mando de ellas; éste sólo podrá venir a manos de los hijos del país, cuando ya no quede ni un solo español en él.
El discurso del religioso develó  la apuesta clara y distinta de la Iglesia: repudiar la emancipación y reivindicar la subyugación de los siervos del Virreinato. La enunciación tuvo un correlato con la posición de sus pares de Córdoba, Rodrigo de Orellana, y de Salta, Nicolás Videla del Pino.

Sin embargo, obligado por las circunstancias, Lué envió un edicto a la Junta el 26 de mayo donde comunicó: "El Señor Arzobispo, manifiesta obedecimiento a la Junta erigida en esta Capital, pero no puede practicar el patronato requerido por parecerle contraria a las Leyes".


Al funcionario religioso no le quedó otra que aceptar los hechos consumados y reconocer al gobierno, sin embargo, continuó maquinando estrategias para hacer oposición.
El 27 de mayo, la Junta envió una notificación donde exigió que un canónigo y una dignidad salgan a recibirla, sin embargo es solicitud no fue aceptada. El 29 reiteró la orden preventiva, demanda que fue ignorada por el alto clero: ninguna de las peticiones obtuvo una respuesta favorable.
Por su parte, el obispo de Córdoba impulsó la abierta resistencia junto al virrey Santiago Liniers, sin embargo debió emprender la fuga cuando se acercaron las tropas comandadas por Juan Ramón González de Balcarce. Luego fue apresado y confinado a Luján. Al igual que Lué, Orellana se retractó, pero tramó acciones contra la Junta y protegió a sospechosos de articular acciones contra el sistema, porque fue confinado a Paraná, desde donde huyó a España. 


En tanto, Videla del Pino, se dedicó al espionaje y apoyó política y financieramente las invasiones realistas a su provincia, por lo que Manuel Belgrano ordenó su destierro a Buenos Aires, donde murió. 



-Velar los acontecimientos, para legitimar la hegemonía

La construcción discursiva de historiadores que representaron a la oligarquía, silenciaron la postura de la Iglesia que observó la emancipación latinoamericana como hechos aberrantes y actuó en consecuencia.
En Argentina, no se habló ni desnaturalizó la postura de la Iglesia, sino que se redujo el accionar de la institución a la cúpula y se construyó un andamiaje que resaltó a la acción de unos pocos curas y monjes.

Pero no  sólo los historiadores de la oligarquía y de la Iglesia se ocuparon de  resignificar la postura de la institución, sino que fueron más allá: se adjudicó que la ideología de la lucha por la independencia americana era doctrina de la Iglesia. Quienes sostienen esas tesis niegan la influencia de las revoluciones burguesas y las palabras a la Enciclopedia o del Contrato Social de Rousseau y relacionan las premisas de las modificaciones de las condiciones materiales de existencia a las obras de Santo Tomás y Francisco Suárez sobre la soberanía popular y el tiranicidio.




-Recuperar la "herejía" de mayo

La historia oficial tiene amnesia. Todos piensan en el Tedeum del 25 de mayo, pero nadie quiere recordar que la Iglesia Católica rechaz y maquinó contra la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata y de toda América del Sur.

Por ello, no hay que olvidar la postura de la institución contra la nación, hecho que se reiteró en la historia producto de alianzas del clero con el poder secular, pactos que legitimaron golpes de estado, para sostener tradiciones que la beneficiaban y borrar ideas profanas.




-Fuentes:

Documentos del Archivo Histórico de la República Argentina. Sala X, tomo I.

Oswaldo Albornoz Peralta. La oposición del clero a la independencia americana. Editorial Universitaria. 1975. Quito, Ecuador.


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sábado, 15 de mayo de 2010

Philip Roth - "Los poderes de Eros contra el poder de Thánatos... "



 Philip Roth
"Los poderes de Eros contra el poder de Thánatos... "




"La corrupción no es el sexo, sino lo demás. El sexo no es sólo fricción y diversión superficial. El sexo es también la venganza contra la muerte. No te olvides de la muerte. No la olvides jamás. Sí, también el poder del sexo es limitado. Sé muy bien lo limitado que es.
Pero, dime, qué poder es mayor que el suyo?"


(Fragmento de Philip Roth - "El animal moribundo")



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martes, 11 de mayo de 2010

Las acertadas desconfianzas de Gombrowicz




 Las acertadas desconfianzas de Gombrowicz




"No creo en ninguna filosofia no-erótica.
No me fío de ningún pensamiento desexualizado."




Witold Gombrowicz
4 de agosto de 1904, Małoszyce, Polonia-24 de julio de 1969, Vence, Francia
Novelista y dramaturgo polaco



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lunes, 10 de mayo de 2010

Albane Gellé: "Él bien escondido detrás de mil referencias..." (poema traducido al español)


Albane Gellé 
 "Él bien escondido detrás de mil referencias..."
(poema traducido al español) 



“Él
bien escondido detrás de mil referencias
ella lo encontró de todas maneras.”


(“Il
bien caché derrière mille références,
elle l'a trouvé quand même.”)







Poema de la escritora francesa Albane Gellé (1971, Guérande)
Estos bellos versos pertenecen a “Je te nous aime” (Cheyne éditeur,  2004). 

Traducción al español realizada por la queridísima Debora Sada... merci beaucoup amiga tan cercana en la lejanía!


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sábado, 1 de mayo de 2010

“Llevar al papa a la justicia” - Por Christopher Hitchens (articulo traducido al español) y nota original: "Bring the Pope to justice"



El papa debería ser interrogado por los casos de abuso sexual


“Llevar al papa a la justicia”
Por Christopher Hitchens

Fuente: NEWSWEEK
Publicado el 23 de abril de 2010
Ver el artículo original en: http://www.newsweek.com/id/236934

Traducción al español: Javier Cebrelli / Gabi Romano

Detener o llamar a testificar al papa para ser interrogado en los escándalos de violación de menores? Deben estar bromeando. Muy bien, entonces intente la única formula alternativa: declarar al papa por encima de todas las leyes locales e internacionales, e immune cuando hablamos de responsabilidad personal e institucional por proteger criminales. La broma nos la harían a nosotros.

El argumento para llevar la cabeza de la jerarquía católica dentro de la órbita de la ley es bastante sencillo de esgrimir. Todo lo que conlleva es la habilidad de contemplar al emperador desnudo y preguntar “Por qué?”. Mentalmente despójalo de sus vestimentas papales e imagínalo en un traje, y Joseph Ratzinger se convierte en un simple burócrata bavario que ha fallado en la única tarea que alguna vez se propuso, la del control de daños. En principio la pregunta no era tan importante. En 2002, ocurre que estaba en “Hardball with Chris Matthews”, analizando lo que el fiscal general de Massachusetts, Thomas Reilly, había llamado el encubrimiento masivo por la iglesia de los crímenes contra niños por parte de más de mil sacerdotes. Pregunté por qué el hombre que es en primera instancia responsable, el Cardenal Bernard Law, no está siendo interrogado por las fuerzas de la ley y el orden? Por qué se le permite a la iglesia ser el juez en su propio caso y se le dá la capacidad en efecto de llevar a cabo cortes privadas donde criminales malvados e importantes terminan siendo “perdonados”? Este punto debe haber un poco flotado en el aire, y tal vez hasta entro en la propia mente del cardenal Law, porque en diciembre de aquel año el dejó Boston apenas horas antes de que las tropas del Estado llegarán con la requisitoria en busca de su testimonio ante el Gran Jurado. Adónde fue? A Roma, donde votó en la elección del Papa Benedicto XVI y ahora preside la hermosa iglesia de Santa Maria Maggiore, asi como varios subcomités del Vaticano.

En mi presentacion, el actual escándalo pasó el punto de no retorno cuando el Vaticano oficialmente se volvió un escondite de un hombre que era poco menos que un fugitivo de la justicia. Refugiando a tal reconocido criminal en su propio vientre, el Vaticano ha atraído a la metástasis del horror dentro de su seno y por lo tanto a su propia cabeza. Es obvio que el cardenal Law no podría haber escapado o haber recibido asilo sin la aprobación del entonces pontifice y del entonces su más confiable lugarteniente en asuntos del control de daños en la violación de menores, el entonces cardenal Joseph Ratzinger.

El desarrollo desde esa epoca ha asombrado, incluso, hasta al mas duro apologista papal por su rapidez y escala. Nos sólo tenemos la carta que el cardenal Ratzinger envió a todos los obispos catolicos, urgiéndolos enfáticamente a reportar violaciones y casos abusos exclusivamente a su despacho. Eso sería ya lo suficientemente malo en sí mismo, ya que toda persona que tiene conocimiento de un crimen como este tiene la obligación de reportarlo a la policía. Pero ahora, desde Munich y Madison, Wisconsin y Oakland, llegaban reportes de la protección e indulgencia de pederastas que tenían lugar bajo la vigilancia del propio papa, tanto durante su período como obispo o en la época en que fue jefe oficial del Vaticano en la neutralización de la crisis. Sus apologistas han hecho lo mejor que podían, pero su Santo Padre parece haber sido consistentemente negligente y permisivo con los criminales, mientras reservaba su severidad para con los que se quejaban acerca de aquellos.

Mientras esto se volvía horriblemente obvio, llamé por telefono a un distinguido consejero en derechos humanos en Londres, Geoffrey Robertson, y le pregunté si la Ley no tenía el poder para intervenir. En lo absoluto, fue su tranquila respuesta. Si su santidad trata de viajar fuera de su propio territorio, como se propone viajar a Gran Bretana en otoño, no hay ninguna otra razón para que se sienta a salvo que la misma que tenía el una vez magníficamente uniformado general Pinochet, quien habia impuesto una ley chilena que pensaba le garantizaría su propia inmunidad, pero fue atrapado por los policías británicos de todos modos. Mientras escribo esto, aparecen fiscales y hay estrategias que se están preparando (de los dos lados, ya que el mismo Vaticano huele el peligro). En Kentucky hay un juicio entre las cortes que busca el testimonio del mismo papa. En Inglaterra, se propone que cualquiera de los numerosos posibles fiscales podría entregarle al papa una orden judicial en forma privada, si se atreve a mostrar su cara. La ICC (International Criminal Court) –la cual ya este año anuló la inmunidad y procesó al terrible presidente de Sudán- puede ser requerida para decidir sobre “crimenes contra la humanidad”, una definición legal que incluye cualquier patrón consistente de violación o explotación de niños, y que haya sido avalado por un gobierno.

En Kentucky, los abogados del papa, ya han manifestado su intención de responder a cualquier iniciativa invocando la “inmunidad soberana” ya que se alega que su santidad es tambien jefe de Estado. Uno se pregunta si los católicos sinceros realmente desean refugiarse en esta fórmula. La así llamada Ciudad del Vaticano, una no-entidad política que ocupa aproximadamente 0.17 millas cuadradas de Roma, fue creada por Benito Mussolini en 1929 como parte de su amoroso pacto entre el fascismo y el papado. Es la última sobreviviente de la arquitectura política de los poderes del Eje. Su falso alegato de ser un Estado esta ahora siendo usado para dar asilo a hombres como el cardenal Law.

En este punto la iglesia se condena a sí misma de dos maneras. Invita a que desafiemos -aquí es donde el recurso a la Corte Europea de Derechos Humanos se vuelve relevante- su condición de Estado. Y llama la atención a los orígenes repelentes de ese mismo Estado. Actualmente la Santa Sede tiene dos cosas. Por ejemplo, esta exenta del informe anual del Departamento de Estado de Derechos Humanos, precisamente porque NO es considerado un Estado (sólo tiene el estatuto de observador en las Naciones Unidas). Por lo tanto si ahora quiere alegar su pleno carácter de Estado, lo lógico sería que reciba toda la atención del Departamento de Estado por sus politicas “laicas” y, por lo tanto toda la atención del Departamento de Justicia también. (Primera orden del día –por qué rayos no estamos exigiendo la extradición del cardenal Law? Y por qué este tema tan grave se deja en manos privadas?).

Es muy difícil resistir la conclusión de que este papa no persigue una investigación seria o demanda la remoción de aquellos responsables de un patrón consistente de violación de niños y su ocultamiento, porque hacer esto implicaría su propio procesamiento. Pero mientras, por qué se espera de nosotros que observemos pasivamente o nos preguntemos por qué la iglesia no limpia su propia mugre? Un caso puntual: el cardenal Castrillón de Colombia escribió desde el Vaticano para felicitar a un obispo francés que se arriesgó a ir a la cárcel antes que denunciar a un brutal sacerdote violador. Castrillón fue invitado esta semana a conducir una suntuosa misa en latín en Washington. La invitación fue inmediatamente retirada después de una tormenta de indignación, pero nadie preguntó por qué el cardenal no podía ser considerado cómplice a una política oficial del Vaticano que expuso a miles de niños americanos a violadores y sádicos.

Recién este pasado Marzo la iglesia vergonzosamente y a regañadientes aceptó que todos los violadores de niños debían ser entregados a las autoridades civiles. Muchísimas gracias. Eso fue una clara admisión de que una enorme ilegalidad, una de un tipo muy desagradable, fue puesta en práctica hasta ahora. Los eufemismos acerca del pecado y el arrepentimiento no sirven. Esto es acerca de crímenes –crimen organizado, dicho sea de paso- y por lo tanto de castigo. O tal vez Ud preferiría ver la sombra de Mussolini protectivamente sobre el Vicario de Cristo? El antiguo símbolo romano del pez esta podrido, y podrido desde la cabeza.


Christopher Hitchens, un colaborador de NEWSWEEK, es columnista de Vanity Fair y autor de “Dios no es bueno”.
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Artículo original:
The Pope should be questioned in sex-abused cases


"Bring the Pope to justice"
By Christopher Hitchens

NEWSWEEK
Published Apr 23, 2010
From the magazine issue dated May 3, 2010
http://www.newsweek.com/id/236934


Detain or subpoena the pope for questioning in the child-rape scandal? You must be joking! All right then, try the only alternative formulation: declare the pope to be above and beyond all local and international laws, and immune when it comes to his personal and institutional responsibility for sheltering criminals. The joke there would be on us.

The case for bringing the head of the Catholic hierarchy within the orbit of law is easily enough made. All it involves is the ability to look at a naked emperor and ask the question "Why?" Mentally remove his papal vestments and imagine him in a suit, and Joseph Ratzinger becomes just a Bavarian bureaucrat who has failed in the only task he was ever set—that of damage control. The question started small. In 2002, I happened to be on Hardball With Chris Matthews, discussing what the then attorney general of Massachusetts, Thomas Reilly, had termed a massive cover-up by the church of crimes against children by more than a thousand priests. I asked, why is the man who is prima facie responsible, Cardinal Bernard Law, not being questioned by the forces of law and order? Why is the church allowed to be judge in its own case and enabled in effect to run private courts where gross and evil offenders end up being "forgiven"? This point must have hung in the air a bit, and perhaps lodged in Cardinal Law's own mind, because in December of that year he left Boston just hours before state troopers arrived with a subpoena seeking his grand-jury testimony. Where did he go? To Rome, where he later voted in the election of Pope Benedict XVI and now presides over the beautiful church of Santa Maria Maggiore, as well as several Vatican subcommittees.

In my submission, the current scandal passed the point of no return when the Vatican officially became a hideout for a man who was little better than a fugitive from justice. By sheltering such a salient offender at its very heart, the Vatican had invited the metastasis of the horror into its bosom and thence to its very head. It is obvious that Cardinal Law could not have made his escape or been given asylum without the approval of the then pontiff and of his most trusted deputy in the matter of child-rape damage control, then cardinal Joseph Ratzinger.

Developments since that time have appalled even the most diehard papal apologists by their rapidity and scale. Not only do we have the letter that Cardinal Ratzinger sent to all Catholic bishops, enjoining them sternly to refer rape and molestation cases exclusively to his office. That would be bad enough in itself, since any person having knowledge of such a crime is legally obliged to report it to the police. But now, from Munich and Madison, Wis., and Oakland, come reports of the protection or indulgence of pederasts occurring on the pope's own watch, either during his period as bishop or his time as chief Vatican official for the defusing of the crisis. His apologists have done their best, but their Holy Father seems consistently to have been lenient or negligent with the criminals while reserving his severity only for those who complained about them.
As this became horribly obvious, I telephoned a distinguished human-rights counsel in London, Geoffrey Robertson, and asked him if the law was powerless to intervene. Not at all, was his calm reply. If His Holiness tries to travel outside his own territory—as he proposes to travel to Britain in the fall—there is no more reason for him to feel safe than there was for the once magnificently uniformed General Pinochet, who had passed a Chilean law that he thought would guarantee his own immunity, but who was visited by British bobbies all the same. As I am writing this, plaintiffs are coming forward and strategies being readied (on both sides, since the Vatican itself scents the danger). In Kentucky, a suit is before the courts seeking the testimony of the pope himself. In Britain, it is being proposed that any one of the numberless possible plaintiffs might privately serve the pope with a writ if he shows his face. Also being considered are two international approaches, one to the European Court of Human Rights and another to the International Criminal Court. The ICC—which has already this year overruled immunity and indicted the gruesome president of Sudan—can be asked to rule on "crimes against humanity"; a legal definition that happens to include any consistent pattern of rape, or exploitation of children, that has been endorsed by any government.

In Kentucky, the pope's lawyers have already signaled their intention to contest any such initiative by invoking "sovereign immunity," since His Holiness is also an alleged head of state. One wonders if sincere Catholics really desire to take refuge in this formulation. The so-called Vatican City, a political nonentity covering about 0.17 square miles of Rome, was created by Benito Mussolini in 1929 as part of his sweetheart deal between fascism and the papacy. It is the last survival of the political architecture of the Axis powers. Its bogus claim to statehood is now being used to give asylum to men like Cardinal Law.

In this instance the church damns itself both ways. It invites our challenge—this is where the appeal to the European Court of Human Rights becomes relevant—to its standing as a state. And it calls attention to the repellent origins of that same state. Currently the Holy See has it both ways. For example, it is exempt from the annual State Department Human Rights Report precisely because it is not considered a state. (It maintains only observer status at the United Nations.) So, if it now does want to claim full statehood, it follows that it should receive the full attention of the State Department for its "lay" policies, and, for that matter, the full attention of the Justice Department as well. (First order of business—why on earth are we not demanding the extradition of Cardinal Law? And why is this grave matter being left to private individuals to pursue?)

It is very difficult to resist the conclusion that this pope does not call for a serious investigation, or demand the removal of those responsible for a consistent pattern of child rape and its concealment, because to do so would be to imply the call for his own indictment. But meanwhile why are we expected to watch passively or wonder idly why the church does not clean its own filthy stable? A case in point: in 2001 Cardinal Castrillón of Colombia wrote from the Vatican to congratulate a French bishop who had risked jail rather than report an especially vicious rapist priest. Castrillón was invited this week to conduct a lavish Latin mass in Washington. The invitation was rightly withdrawn after a storm of outrage, but nobody asked why the cardinal could not be held as an accessory to an official Vatican policy that has exposed thousands of American children to rapists and sadists.

Only this past March did the church shamefacedly and reluctantly agree that all child rapists should now be handed over to the civil authorities. Thanks a lot. That was a clear admission that gross illegality, and of the nastiest kind, has been its practice up until now. Euphemisms about sin and repentance are useless. This is a question of crime—organized crime, by the way—and therefore of punishment. Or perhaps you would rather see the shade of Mussolini thrown protectively over the Vicar of Christ? The ancient Roman symbol of the fish is rotting—and rotting from the head.


Hitchens, a NEWSWEEK contributor, is a columnist for Vanity Fair and the author of "God Is Not Great".

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