miércoles, 30 de septiembre de 2009

Lucien Israel y la transmutacion del amor en la histérica




Lucien Israel
y la transmutacion del amor en la histérica



“¿Qué quiere la histérica?
Un amor donde quede siempre algo por conquistar, algo por descubrir. Un amor que no esté totalmente obstruido por un objeto perfectamente adaptado. Un objeto que no sea un objeto de necesidad sino un objeto de deseo que deje siempre algo por desear, es decir que permita a la vida seguir siendo vida. La búsqueda es difícil: hay que tener mucho coraje, no sólo para mantener la propia posición,
sino para soportar el ataque de los hombres”.


Lucien Israel




Este párrafo de Lucien Israel me ha parecido una maravilla.
Primero por pura identificacion (histérica, desde ya).
Segundo por la justeza con que enhebra una condición psiquica (o digamos “estructura” mas desde el corpus lacaniano) con el amor, el deseo, y de algún modo, el poder y sus anquilosadas maniobras masculinistas.


Parece que la histérica nunca “quiere” completamente aquello que parece (enmascara?) estar queriendo. Algo de sí sobrevuela la cosa, su objeto, su estancia. Está alli tanto como deberiamos sospechar que está-desea estar en algun otro sitio, u otra piel.


Las histéricas son por esto mismo, grandes navegadoras aún en su supuesta quietud.
Expertas dialogantes y convincentes “rétoras”, en su supuesto callar.
Feroces cazadoras de finas garras, en la supuesta liviandad nebulosa de sus pisadas.
Por esto tambien, han de cuidarse los hombres de las histéricas…


La histérica “pone en cuestion”, interroga (a veces vilmente, en otras ocasiones casi torpemente, otras veces perversamente) siempre poniendo en entredicho alguna de las microfísicas dimensiones del poder. Para hacerlo, dispone de su arma primera y mas efectiva: su propio cuerpo y ese “Eros transformado” que es, en definitiva, el narcisismo. Cito, en tal sentido, esta intervencion sobre el narcisismo de Lou-Andreas Salome (Lou Andreas-Salomé, “El narcisismo como doble dirección”, 1921): “Sigue siendo el narcisismo el punto del que se derivan incluso las elaboraciones más espirituales y universales, él, el nacido del cuerpo, vuelve a tener, aunque de otro modo, un suelo real bajo sus pies: la objetividad es el glorioso fin humano que, en definitiva, le hace señas, al narcisismo como desde los sueños de la infancia, en sus condición de Eros transformado y puesto al servicio de la investigación o del progreso, del arte o de la cultura."


Como sea, la histerica es una jodida y maravillosa seeker.
Busca.
Está en búsqueda.
Habita una búsqueda.
Aun cuando parece quieta, está moviéndose en otra dirección posible que no es esa en la que simula mantenerse o desplazarse.


La histérica se nomadiza a traves de su inquieto deseo.
Va por más, aunque no pueda definir de antemano la “coseidad” de ese plus que reclama y tras el que se inquieta e inquieta a los otros. La histérica es sujeto de la inquietud. En sus sueños, en sus síntomas, en la denuncia de su queja, está des-aquietando la mortal sedentarización a que empuja un objeto deseado cuando éste se apega demasiado peligrosamente a la necesidad y se aparta desvitalizadamente del fluído devenir libidinal.


Y termine como termine su existencial historia histérica (o histéricamente histórica existencia) ella arriesga “jugándosela”. Pone coraje -incluso sin saberlo completamente...- pues su desordenado valor y la labilidad a que la empuja su propia sintomátologia no siempre le permiten analizar mejor los tipos de jugadas, riesgos y y tableros en que está parada.


Cultora de las líneas de fuga, ella escapa -desde las interrogaciones de lo íntimo- de la lógica del resultado, los cálculos y el éxito. Y siendo que esa tríada organiza la cuadrícula del mundo racional y orienta coercitivamente las exigencias para el animal humano gregariamente domesticado, las más de las veces hay un "sufrir histérico" (leído como ilógico e irracional) que hace doler en el cuerpo histerizado el precio de la inadaptación.


La histérica es un buho, un centinela, una mariposa con visión nocturna, un purocuerpo purosigno que ama amar en clave des-adaptada, navegando casi sin brújula hacia una forma de amor más libre, más plena, definitivamente tan transvalórica como aún inllegada.


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