miércoles, 26 de agosto de 2009

El cuidado de si (epimeleia heautou) como inquietud de la libertad



El cuidado de sí (epimeleia heautou) como inquietud de la libertad




…dar estilo a la vida, constituir el propio yo como una obra de arte
al margen de constricciones normativas.


Michel Foucault





Llamemosle epimeleia, therapeia, kedos, kedesthai, negotium, cura, el “cuidado de sí” está siempre enmarcado en una forma de vida que elige desde y con soberana libertad el camino de la reflexión sobre las propias practicas, los propios deseos, sobre los espejismos personales, sobre los singulares modos de ceder a los pseudopodos del resentimiento, sobre las dificultades y logros en el sendero sinuoso de la autonomia.

A la vez, me produce una fuerte interrogacion esa "inquietud" que es el ser lanzado a su posible libertad. Viene a mi memoria un poema de Ruben Dario. “Anagké” (del griego, destino, presagio). Este poema que pertenece a “Azul” fue publicado por primera vez en “La Epoca” de Santiago de Chile el 11 de Febrero de 1887. Desde esas estrofas, pienso intercalada y esteticamente tambien, esa suerte de poiésis que es el cuidado de sí…


Se puso a meditar.

Arrugó el ceño,

y pensó, al recordar sus vastos planes,
y recorrer sus puntos y sus comas,
que cuando creó palomas
no debía haber creado gavilanes.


El “cuidado de sí” (epimeleia heautou) es un modo activo de atencion sobre los pasos con que vamos creando -cuan deidades ciegas, muchas veces- los mojones de ese incierto devenir al que llamamos "existencia". Atender y poner atencion “sobre los pasos” incluye realizar un analisis de las piedras repetidas contra las que chocamos los pies, las caídas dolorosas, un examen de los fracasos, de los retrocesos, de las busquedas que no cesan. Cuidarse, en estos terminos, es un ejercicio critico y autocognitivo interminable que deberia relanzarse ante cada nueva decision o encrucijada. De alli su conexion con el problema del uso de la libertad: no hay libertad responsable que pueda ejercerse éticamente sin ese horizonte singular de autoexamen que es cuidarse a sí mismo. La “gobernabilidad” de sí es una laboriosa praxis meditativa que acontece entre los juegos de la libertad, las practicas, los hechos (incluso deberiamos incluir los "hechos por omision", pues puede que sea inmenso el peso que ocasionalmente toma tanto lo vivido-hecho como la dimension contrafactual de lo "no vivido") y los mapas impermanentes que va trazando una vida efectivamente vivida.

Para Foucault, el cuidado de sí constituye el tronco estructural de las “Técnicas de sí”, desde la cultura grecolatina (siglos III a.C y III d.C) y hasta nuestros dias. Ocuparse de sí mismo es pulir la sapiencia de ejercer un arte de vivir tal que nos “mantenga en forma” desde el cuerpo y el espiritu. Nutrir sabiamente ambos. Tambien, desintoxicarnos, de ser necesario, tanto en cuerpo como en alma. Flexibilizarnos. Excederse y contraerse. Saber ser en el amparo y en la intemperie. Desde el cuerpo como soma, y tal como marcaba Hipocrates, “trabajarse” a traves de “…los ejercicios (ponoi), los alimentos (sitia), las bebidas (pota)…”. Desde el espiritu -esa sutilizacion del cuerpo y sus sensibilidades-, se trata de adquirir una correcta administracion de las propias pasiones (leido esto en estricta clave spinoziana), alcanzar un control inteligente de esas ficciones mentales que son las representaciones, aprender a “atender” al llamado del dictum délfico que clama conócete a ti mismo (gnothi seaton). Todo ello balanceando constantemente nuestros deseos, realizaciones, frustraciones y aconteceres a la luz de un “amable” hedonismo libertariamente sano.


Yo me esponjo en las ansias del deseo,
y me estremezco en la íntima ternura
de un roce, de un rumor, de un aleteo.
¡Oh inmenso azul! Yo te amo.



Cuidarse a sí mismo es, tambien, un modo de control sobre todo lo que atente contra la exhuberancia de energia, contra todo lo que apunte a rebajar los diversos autodespligues de la propia libertad. No ceder a las esclavitudes fantasmaticas que siempre encuentran algun rincon debil desde el que mantenernos engrillados. Impedir lo que dismunuya el tono vital. Ponerse siempre, siempre de pie otra vez, sea cual fuere el golpe que las Moiras nos propicien desde la inmensa y misteriosa fuerza de ese viento imprevisible con que juega Anagké. Abrazar el destino desde ese encomendado "amor fati" que legara Nietzsche.


Y dijo la paloma: yo soy feliz.
Bajo el inmenso cielo,

en el árbol en flor,
junto a la poma
llena de miel,
junto al retoño suave

y húmedo por las gotas de rocío,
tengo mi hogar.
Y vuelo
con mis anhelos de ave,
del amado árbol mío hasta el bosque lejano



El aumento de nuestra potencia, la capacidad de expandir nuestro ser dentro de una habitabilidad autenticamente congruente con nuestras mas alegres pasiones son algunos de los mas relevantes “indicadores” de cuan bien (o mal…) encauzada se halla nuestra epimeleia heautou.

El cuidado de sí como “epimeleia” alude, asi, a la idea de un proceso continuo. Constituye una ascesis que no por trabajosa deja de apuntar en ultima instancia al placer. Veamos como es esto. Se requiere un cierto trabajo, un relativo esfuerzo para "cuidarse": el ocuparse de uno mismo se produce a traves de un conjunto de operaciones del pensamiento y del cuerpo con las que tratamos de garantizar que la delicada tarea de ontologizacion de nosotros mismos devenga en una autentica “obra de arte”. La propia vida vivida es el resultado visible que tomara esa aventura artistico-tragica que es la existencia de cada quien como un “ser-en-el-mundo”. Pero ese dominio de sí que aspira a alcanzarse via tal ascesis, es un dominio placentero pues debe ser entendido como un “estar en posesión” de uno mismo. En el segundo tomo de “Historia de la Sexualidad” Foucault dira “la experiencia de uno mismo que se forma en esta posesión...es la de un placer que toma uno en sí mismo. Aquel que ha llegado a tener finalmente acceso a sí mismo es para sí mismo un objeto de placer.”


Pero tal acceso de y para debera obligatoriamente suceder en clave libertaria.

Puede que quiza, ser-estar-habitar la libertad nos cueste el precio del dolor. Pero la experiencia de adueñamiento de uno mismo retribuye el precio de dolor con la paga de un placer subjetivo superior: el de "ser-de- y para-sí".

Cuidarse a sí mismo es meditar los usos de la libertad, dado que ésta es nuestro mas complejo reto, nuestro primer modo de adquision real de independemcia, y nuestra última resistencia. Alli, habitando lo libre, nos tornamos intensidad y afirmacion.

Tal vez la libertad, como el amor, posean la misma afilada ladera plena de belleza vertiginosa, placeres, y peligro supremo. No podemos sentirnos vivos sin una o sin el otro. Libertad y amor. Pero ambos resemantizados, reinventados como queria Rimbaud, deconstruidos, o reconfigurados en sus sentidos y sus formas. Ambos. Pues no imagino cuidado de sí alguno sin la poderosa fluencia vital de un Eros alado, placentero, vasto, generoso, soberano.


Amo los velos, tenues, vagarosos,
de las flotantes brumas,
donde tiendo a los aires cariñosos
el sedeño abanico de mis plumas.
¡Soy feliz! Porque es mía la floresta
donde el misterio de los nidos se halla;
porque el alba es mi fiesta
y el amor mi ejercicio y mi batalla.




Cuidarse a sí mismo. Un modo del meditar.
Una forma de arquitecturizar el ser.
Un arte que moja su pincel desde y para el cantaro la existencia.

Cuidarse a sí mismo. Un modo de hilvanar las singularidades de la libertad.
Una transformacion permamente hacia un “estar” mas abierto.
Una intensificación de nuestra vital condicion de seres deseantes.


___________________________________________________________________