domingo, 12 de julio de 2009

Convalecer... ese arduo trabajo de desencantamiento



Convalec
er... ese arduo trabajo de desencantamiento




Si alguien busca la salud,

pregúntale si está dispuesto a evitar las causas de la enfermedad;

en caso contrario, abstente de ayudarle.


Sócrates





Comenzaba anteriormente esta indagacion acerca de las marcas y la existencia con una pregunta: cuantas marcas ha de cargar un cuerpo?
En este punto que conecta las marcas, con la enfermedad y la salud, voy a oscilar entre un escepticismo analitico y una voluntad conclusiva abiertamente vitalista. O al menos, eso pretendo intentar en este borrador reflexivo.

Dije "cargar".
Utilice el verbo cargar.
Toda una reticula semantica se abre ahi, en ese especifico y elegido punto vocabular…
Cargar.
Acopiar.
Destempladamente, soportar.
Llevar a cuesta el transporte de un desmesurado peso
Abundar inapropiadamente en algo.


Y es que ciertas marcas se “cargan”.
Son como piedras, aportando a la pesadez, a la exhaltacion de lo enfermo con lo que un cuerpo termina lidiado en sus dolores.
Enfermedades somaticas, precios por errores y equivocaciones, por autoengaños, por estupidez tambien.
Pero se carga uno, del mismo modo, con lo enfermo de una sociedad, o con la enfermedad neurotizante de un nucleo familiar toxico, o con lo enfermante de un vinculo afectivo tan estrecho como depotenciador, o con lo enfermo de un mundo moralmente insano y adorador inconcebible de pasiones grises, o con la enfermedad de la hiperexigencia, o con lo enfermo de los ideales de exito-riqueza-poder.

Todo lo que “aporten” estos modos enfermizos que se presentifican en el dolor del cuerpoalma nos llenaran casi inexorablemente de un sinnumero de marcas de pesadez. Marcas cuya unica verdad (si es que queremos suponer, aun, la creencia que reza que "algo de la verdad habla en el cuerpo enfermo") es que nos alertan y advierten displacenteramente que algunas dimensiones existenciales, practicas, emocionales y afectivas de nuestro modo de vivir deben ser transformadas por nuestro propio bien. Curioso modo de advertir tienen las pulsiones vitales, mostrando la crueldad con que son capaces de maltratarnos sus gemelas antiteticas, las pulsiones de Thanatos... Y la advertencia amanece ni mas ni menos que en el propio cuerpo doliente de ese Ser semipostrado que sufre.

Pero para oir algo que permita empezar a convalecer de ese “peso” que imprime la marca de la enfermedad, es preciso tener oidos finos, y entrenados. Y a la mayoria de la gente, la muerte misma los sorprende sordos, adorando perversamente las mismisimas mentiras que los han intoxicado. It hurts too much to face the truth... tal vez por eso mismo enfermamos todos, pero solo sanan algunos, y menos aun son los que logran hacer mutar su Ser en ese duro proceso que, en tanto desafio de transmutacion del dolor en aprendizaje, parece estar hecho solo a medida de espiritus realmente fuertes.


Sanar es cicatrizar una marca.


Es curarse de haber sido marcado por esa configuracion a la que conocemos bajo la expresion “enfermedades”.
Es cerrar marcas de la oscuridad, limitando asi el poder disolutivo con que lo enfermo devora al soma.
Contemplar esas marcar, si, pero no por mucho tiempo. Apenas lo necesario para abrir un impasse meditativo sobre ellas y el sentido que secretamente anticipan. Enfermar es detenerse, bajar la velocidad, demorarse. Por asi decirlo, hay un benevolo espacio de reflexion que solo es aprovechable en el tiempo anhedonico del que enferma. Un apaciguamiento de la actividad es preciso para pensar, y eso es aprovechable en el parentesis que abre la enfermedad. Luego, ser capaz de abandonar ese “mirarse en la noche de la marca”, ese relamerse en el sufrimiento ya sufrido. Dejar de habitar lo enfermo y sus marcas. Pues esas, las del sufrir, son las marcas abandonables. Las que hay que abandonar a tiempo. Y tal vez, ese y solo ese, sea el deber que pueda hallarse y haya que aprender en la ausencia de salud.

La marcas-enfermedad atenazan el Ser a lo lugubre, a lo que esta descomponiendose en nosotros, destacan el tejido dañado y lo multiplican. El enfermo abraza su error como a una tabla de salvacion que, sin embargo, lo hunde mas rapidamente. Asi, indisponemos nuestras capacidades vitalistas que nos harian restaurar y repotenciar fuentes pulsionales de sanacion que siempre perviven en todo lo viviente. Las marcas oscuras son las que relatan cuanto hemos sido capaces de disminuir esas fuerzas positivas y libertarias en nombre de cegueras, equivocaciones, repeticiones neuroticas. Las marcas-enfermedad narran con el vocabulario del dolor, hasta donde hemos sido capaces de debilitarnos, de ahogarnos en el resentimiento perdiendo salud, de aminorarnos y empequeñecer el alcance de la potente pluralidad de nuestras fuerzas vitales, ahora temporalmente desactivadas por la enfermedad.

Marcas que relatan la rigidez, la voluntad terca de un sujeto por estancarse en un punto muerto, en algo que ya no es. Marcas que revelan el sostenimiento de los tonos tristes. O la mediania acomodaticia de nuestras cobardias. O cuanto lugar la decadencia ha territorializado la pasividad en nuestro existir. Marcas de aquello que cada quien sabra bien identificar como “su” singularisima configuracion de esclavo. Marcas-enfermedad de la ausencia de plena libertad.

Estas marcas conviene dejarlas atras, desapegarlas de Si. Imperativamente. Como sea… desencantarse.

Convalescĕre...


Es preciso desfascinar a nuestro psiquismo del hechizo con que nos seducen las pulsiones de muerte (por otra parte, siempre presentes). Reorientar, pausada pero firmemente, los deseos hacia el horizonte de lo que gratifica, alegra, aumenta el poderio, promueva el encuentro con variados rostros que asume el placer.
Y trabajar en un combate incesante contra las representaciones que debilitan atormentan, acobardan. Deshacerse de apegos que apelan a activar la infantil sensacion de indefension. Suspender lo que habitualizamos, incluso si eso mismo es guardian de –aparentemente- irrenunciables garantias. Las garantias son siempre perecederas, y es bueno tenerlo en cuenta para arrebatarle a la representacion de dependencia e inermidad su ponzoñoso poder sobre nosotros. Y cualquier jaula, por mas segura y hasta protectiva que parezca, no deja de ser una version en escala de una prision...

Se requiere romper con tantas cadenas para desaferrarse de esas marcas sin luz que son nuestros enfermares!!!

Pero solo asi, ha de recobrarse un cuerpo de sus opacidades marcantes y su carga. Bajo esta condicion convaleciente en la que paso a paso retornan los instantes salubres, es que se podra asimismo recobrar el espiritu fuerte y adquirir a traves de sus alas potentes, nuevo impulso en el vuelo. Se trata de entregarse a un intenso proceso de transformacion, un recobrar el Cuidado de Si (epimeleia heautou). En otras palabras, re-engendrarse para re-aprender a cuidarse mas y mejor.

Si no se las abandona a tiempo, las marcas oscuras no cesaran de atentaran contra la salud, esa bella "sobreabundancia de fuerzas plásticas" –tal como la define Nietzsche- que nos hace celebrar el privilegio de la vida.


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