jueves, 20 de marzo de 2008

Filosofía erótica




Hacia una “Filosofía erótica”



El erotismo,
es dar al cuerpo los prestigios de la mente.

George Perros


Pensé mucho acerca de cómo escribir algo más o menos interesante sobre un tema tan… desmesuradamente sexual, pasional, lubricante, vitalmente trasgresor como éste. La erótica pensada filosóficamente es un asunto definitivamente presente en la historia del pensamiento, tanto en Oriente como en Occidente. Pero a la vez es un tema paradójicamente silenciado por el pudor de los “intelectuales serios”, ni hablar de que esto que hoy llamo aquí “Filosofía erótica” no podría ser tratado como tema académico, ni presentado siquiera como tema de investigación -pese a la rigurosa confluencia de fuentes que requiere examinar desde la antigüedad hasta el psicoanálisis- por escatológico para los “miembros” de la crème culturosa.

Pero me lancé igual a tratar de emprender un pensar filosófico, reflexivo, meditativo sobre los cuerpos erogenizados. Los cuerpos reales en su erogeneidad real. Sus potencias. Sus relámpagos. Los cuerpos bajo el esplendor dionisíaco.


Todo cuerpo, si es investido erógenamente, se transformará en eso: en zona-región-parte-partecita erógena. Basta que carguemos de libido sexual adecuadamente un sector de nuestra corporalidad para que el dios Eros se despache allí con sus electricidades, temblores y placeres. De ahí que “erógena” pueda terminar siendo una oreja, el borde de un pezón, una comisura, una esquina de la pelvis, un recorrido por la zona espinal, una axila, o el dedo meñique del pie.

Una Filosofía erótica es un proyecto racio-vitalista, en el sentido que Ortega dio a esta feliz expresión. Un proyecto que intenta ir más allá de la dictadura de las cuantificaciones o el absurdo furor de las medidas (cuánto se goza, cuántos orgasmos, cuánto placer, cuánto sentir, cuán grande, cuánto tiempo, etc.) y abrir la complejidad que implica un pensar desde las cualificaciones del erotismo.


Preguntarse entonces por los modos, las intensidades, lo inconfundible, lo desacostumbrado. Y sus silencios discursivos.

Interrogar a los cuerpos en sus caprichos, sus maravillas, sus desbordes, sus irracionalidades, sus inmoralidades deseantes. Y desmontar las respuestas moralistas.

Romper las monotonías de la convención a través de una exploración por los mundos del goce. Y sostenerse en esa ruptura deslegitimante.

Poner en palabras lo placentero implica tener el coraje de deconstruirl lo que se entiende por placer mismo. Y en esa deconstrucción interrogativa y audaz, invertir los valores sacrosantos de la apatía, las pasiones entristecidas, los decaimientos desvitalizantes.


¿Qué me interesa cuestionar, poner en cuestión y preguntar desde aquí?

Me interesa interrogar a la potencia de los cuerpos erogenizados.

Me interesa analizar modalidades placerenteras diversas, plurales, hedonistas desde las que gozar no produzca daño a sí ni al otro (tal como idealmente planteara Sébastien Roch Nicolas más conocido por Chamfort) y desde allí comprender esa pluralidad de formas que asumen los placeres sexuales.

Me interesa apostar por una erótica que desarme la moral de los valores vigentes, que invente neo-valores, que abra espacios para crear gozos más permanentes, más continuos, menos golpeados por el dolor del displacer.


Eso y bastante más, es para mí, este proyecto de “Filosofía erótica”.


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Photo from: www.stealthsettings.com/.../DH002%5B3%5D.jpg

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