lunes, 3 de marzo de 2008

Decálogo intangible



¿Qué he acopiado en este año en el arcón de los bienes invisibles?

Un decálogo patrimonial intangible.



1- Pensar más lento, detenerme a mirar sin ver a veces, y otras a ver mirando largamente. Se trata de algo que ha acentuado mi amor por los microscopios. O sea, me he vuelto más microscopista aún de lo que era. Tal vez podría pensar que no se trata más de una desaceleración producto de estar alejada bastante ya de mis veinte años. Pero eso suena muy trillado y poco consistente como razón de fondo. En los cuarenta que estoy, ando ahora más capturada por una inocencia intensa, dispuesta a descubrir qué interesante me resulta mi estructural inadecuación a casi todo y mirar esa inadecuación con lentes y lupas de aumento. Hay ahora, tal vez en estos tiempos que vivo fuera de “casa”, en estos parajes no occidentales (aunque tóxicamente occidentalizados) una posibilidad para examinar la textura de los pequeños movimientos y las intensidades de los cambios, como si se tratara de una especie de Tai-chi-chuan pero no ya del cuerpo sino de la existencia misma.


2- Sigo amando ciertas “sorpresas” que me catastrofean mis normalidades. Las prefiero mucho más -a pesar del tiempo de estupor y consternación que me tomen- antes que cualquier forma de inmovilismo decadentista. El agua quieta promueve la putrefacción de casi todos los modos de vida…


3- Otras sacudidas, casi siempre esas relacionadas a la muerte, preferiría poder saltearlas en esta lejanía, aunque por supuesto, no pueda. Cuesta atravesar las circunstancias de la muerte en la distancia física. Cuesta duelar, acá, sin los cuerpos que abrazar, sin poder llorar de a dos, o simplemente, sin poder tomar la mano o acariciar un rostro.


4- Sigo siguiendo la velocidad de los aceleramientos cuando estos se presentan en armonía con lo que me place. Pero aprendí a imponer desaceleraciones protectivas a aquellas demandas que no me pertenecen ni me placen buenamente (porque hay aquello que nos place malamente, también).


5- Ciertas previsiones he aprendido a tomar. Otras no las tomaré jamás, sólo para dejarme mecer por las lianas de las tormentas inesperadas, esas que refrescan el alma y nos recuerdan que es bueno caminar sin botas y saltar sobre los charcos en días de generosos aguaceros.


6- Mis tiempos de comprensión se han instalado al lado de la no linealidad definitivamente. Con suerte -en días muy geométricos- las cosas me parecen obedecer a una cierta lógica de la circularidad. En otras ocasiones, menos regladas y menos logizables, siento que todo sigue las leyes de nada.


7- Todo sigue las leyes de nada, sí, eso me parece una belleza. Me he despegado de la angustia heideggereana y de la nausea sartreana, probablemente por causa de lo bien que sienta eso de tomar la positividad budista de la nada. Al menos, si la angustia llega desde la nadeidad en la que sé que todos flotamos, llega… y se va sola por la misma puerta. No es que he erradicado la angustia, no, qué va! Pero ésta no es pre-requisito para la reflexión ni el indagar. Llega porque es parte de lo que hay, tanto como llega el dolor, o la tristeza, o la risa, o el enojo, o la serenidad, o el sosiego, o la contemplación, o el cansancio, o el añorar. Llega, como llegan otras y también se va como todas esas mismas cosas se van. Nunca más clara la relación entre nada, ilusión de permanencia y “principio de lo impermanente”.


8- Miro volcanes como si mirara espejos. Y sé que a veces estarse activo indica un cierto mapa de riesgo explosivo, una probabilidad de estallidos de diversa magnitud y alcance, una falsa calma en que el magma se prepara para salir sin aviso por la boca desenfrenada de temblor, lava y humo. Miro volcanes como espejos de lo que se es: manojo de opuestos sin demasiada oportunidad de “síntesis hegeliana”, calderas impetuosas y serenidades descansadas. Uno y otro, mezcla de voliciones y circuitos eléctrico-neuronales metaconcientes. Azar y necesidad. Libertad y sujeción.


9- Aprendo a andar como “inquietada”, inquietada pero serenamente. Inquietada por preguntas nuevas con respuestas viejas, por preguntas viejas sin respuestas nuevas, por preguntas sin tiempos ni calendario, por respuestas que llegan sin preguntas que las precedan.


10- Me veo en un ir y venir. Nomadizada plenamente. En mi existencia romadizada. Con mi existencia romadizada. Entre mis deseos romadizados. Imposible de “fijar”.



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Photo from: http://i159.photobucket.com/albums/t149/hobiejoanne/temple20-1.jpg

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